Real, Muy Ilustre y Capitular Cofradía de la Flagelación de Ntro. Señor Jesucristo, Ntra. Señora de las Angustias y Stmo. Cristo de los Remedios
En la noche del Martes Santo, desfila por las calles laguneras la Real, Muy Ilustre y Capitular Cofradía de la Flagelación, que fue fundada el 30 de Junio de 1951. Viste la cofradía túnica y capirote negros y capa de color blanco; en la cintura lleva un cíngulo de color morado y en su pecho una columna como elemento iconográfico del momento que representa su titular, además de un escudo en el lado izquierdo con los símbolos de la flagelación y un puñal alusivo al dolor de María. La sección de damas de la Virgen van ataviadas con traje negro y la mantilla española.
El Señor atado a la Columna
Es una de las más hermosas obras genovesas que se encuentra en las islas, debido al comercio propiciado por un núcleo importante de comerciantes genoveses instalados en la ciudad de La Laguna. Fue traída de Italia por Manuel Dapelo, marino de la carrera de Indias y miembro de una familia oriunda de aquella ciudad, establecido en La Laguna en el segundo tercio del siglo XVIII, colocándose en la antigua iglesia de los Remedios el 6 de junio de 1756. la talla se ha relacionado con el arte de Filippo Parodi (1630-1702), especialmente con su homónima conservada en el monasterio de las Brignoline de Génova; incluso se apunta la posible autoría de un discípulo de Francesco María Schiaffino.
Esta hermosa talla nos muestra un perfecto trabajo, en especial la cabeza, de fino dibujo y modelado, respondiendo a un concepto italiano de escultura algo alejado del apasionamiento hispano en estos temas de pasión; por lo que se afianza el aplomo clasicista alejándose toda tendencia dramática. Cristo espera, con los ojos bajos, el tormento que va a empezar, sin esperar compasión alguna.
En cuanto a la procesión de dicho paso, el historiador Carlos Rodríguez Morales nos comenta que la imagen, desde su llegada a La Laguna, procesionaba en la mañana del martes Santo junto a la Virgen de los Dolores, traída de México en 1715 y titular de una cofradía fundada en 1748, agregada a la Orden Servita establecida en Roma. Una cofradía que tenía como principal devoción los Siete Dolores de la Virgen.
Se trataba de una procesión que corría a cargo de la familia de Manuel Dapelo, a cuya generosidad se deben el retablo y la espléndida basa de plata como también otras alhajas. Ya por el año 1858 se encargaba de esta procesión el canónigo Méndez y se le conocía como el Paso de las Damas, al ser costeada por tres nietas del donante
Cristo de los Remedios
Esta fina talla, realizada en madera policromada, se conserva en la Santa Iglesia Catedral, donde preside el Altar Mayor sobre un tabernáculo realizado por el artista grancanario Luján Pérez y pintado por Manuel Acosta de Villavicencio. Reside en dicha iglesia desde el siglo XVI, y ya desde el XVII se le consideraba de muchísima Antigüedad, tanto que no hay noticia de su origen.
Representa esta talla un Cristo expirante, con extraordinarios detalles; una obra que como muchas de las que se encuentran en nuestro archipiélago, delata el influjo ejercido por el Cristo de La Laguna, por lo que debe considerarse realizada en la isla, bien por un escultor local o foráneo. Comenta el historiador Carlos Rodríguez Morales que esta imagen guarda relación con el Cristo de la Misericordia, que Rui Díaz tallará para la cofradía de la Vera Cruz de La Orotava en 1585, talla que también acusa la influencia del crucificado del convento franciscano. Algo que quizás se ve más claro, en esta obra de la iglesia lagunera, en el rostro y en el paño de pureza. Vemos en esta escultura un hermoso estudio anatómico y un gran realismo en su rostro y llagas. Un Cristo que se representa ya muerto, con la boca entreabierta y una espina, como en el Cristo del Rescate o en el de la Piedad, que asoma bajo su ceja derecha.
Los primeros datos documentales sobre el culto a la imagen aparecen en la primera mitad del siglo XVII; incluso el propio Moure, en su descripción sobre el retablo de Mazuelos, habla de que el Cristo ocupaba la hornacina superior del retablo, aunque es algo que no está del todo claro, porque no es normal que una pieza que ocupara un lugar tan destacado pasara posteriormente a estar en un lugar secundario dentro del templo. Y no será hasta el año 1654, gracias a la intervención del beneficiado Luis Parrado de León, a cuyas expensas fue realizado el retablo, obra del maestro Domingo Hernández, cuando el Cristo se traslade a su ubicación definitiva. Una capilla que va a servir para los enterramientos de los eclesiásticos que ejercían su ministerio en el templo. A partir de aquí debió fundarse la cofradía, integrada por los capellanes, aunque a pesar de ser una cofradía cerrada, la devoción a la imagen se extendió entre los fieles y también entre los seglares. Así, en 1670 el capitán Francisco Tomás de Franchy y su esposa Ana de Brier donaron por escritura pública la cruz y peana de plata con la cual procesiona el Cristo en la actualidad. A partir de 1721 su culto cobró un renovado impulso al fundarse, sobre la asociación de eclesiásticos preexistentes, una confraternidad que lo tenía por titular.
Nuestra Señora de las Angustias
Esta imagen es obra del imaginero sevillano Gabriel de Astorga llegando a la isla en 1866. Hay que señalar que en la Semana Santa de Sevilla sale una imagen gemela, obra del mismo escultor, por lo que se encuadra esta talla dentro del eclecticismo imperante en la capital hispalense en la segunda mitad del siglo XVIII, donde la plástica neoclásica y posromántica eran las líneas más recurrentes, según ha señalado Pablo Amador tras restaurar la efigie.
Sustituye a la antigua efigie de los Dolores de origen mexicano, en la actualidad desaparecida y que fue traída de la ciudad Azteca por Bartolomé de Mesa y Castilla.
La Virgen de las Angustias, con su rostro lleno de dolor por el sufrimiento del Hijo, ha sido modificada a la hora de procesionar. Si bien antes seguía el más puro estilo canario a la hora de ser vestida, totalmente de negro y con un velo blanco que rodeaba su cabeza, en la actualidad luce un espléndido manto de terciopelo azul bordado en oro por la recordada Sor Nieves Aranda, religiosa del Monasterio de Santa Catalina de Sena de esta ciudad.