El 24 de septiembre la Comunidad Judía española celebra el Rosh Hashaná , la entrada de un nuevo año, el 5775 según su calendario, un día de acción de gracias a Dios por crear el ser humano e inicio de unos días de de balance espiritual.
El último día del año los judíos empiezan un periodo de reflexión durante diez días, que concluirá con la fiesta del Yom Kipur, el 4 de octubre. En estos días, cada fiel realiza un examen de conciencia para superar todos los errores cometidos en el año que concluye.
Para Carolina Aisen, directora de la Federación de Comunidades Judías de España, cada Rosh Hashaná (cabeza de año) es una “oportunidad de mejorar, renacer y cambiar el rumbo de la vida”. Este periodo de relfexión personal culmina con el Día del Perdón o Yom Kipur, díez días después, momento que los judíos piden perdón “ante Dios y ante los hombres” por sus faltas, asegura.
A Dios le piden perdón por medio de la oración y al prójimo “oralmente, por carta o incluso por email”, explica Aisen. Es propio del momento decir “me he equivocado”, o “te pido perdón por lo que te he dicho o por lo que te hecho”.
Lo importante del Yom Kipur es que piden a Dios que sean inscritos en el Libro de la Vida durante todo el año que acaba de comenzar. Según la tradición judía, Dios escribe en dicho libro los que van a morir, los que enfermarán o los que sufrirán algún tipo de dolor.
Antes de que salga la primera estrella…
En Rosh Hashaná, antes de que salga la primera estrella, los judíos acuden a la Sinagoga antes de cenar; allí leen unas lecturas propias de la fecha señalada, entre ellas el libro del Levítico, y se toca el Shofar, una especie de trompeta fabricada con un cuerno de carnero, cuyo sonido, parecido al cuerno de caza, invita a “despertar” la conciencia de las personas, los próximos diez días, con el fin de arrepentirse de los malos actos y volver a Dios.
Antes de partir hacia el templo, las familias dejan la cena preparada que se toman todos reunidos al llegar del templo. Si un judío está sólo, se le invita a cenar para compartir la mesa. “Es el acto más importante de esta celebración”, explica Aisen. La tradición manda, además, que esa noche las mujeres enciendan dos velas (como símbolo de la luz del hogar) y reciten bendiciones.
Carolina, que habla perfectamente hebreo, recita en hebreo una bendición muy común para ese día: “Bendito seas Dios, Rey del Universo, que nos has bendecido y nos has dado el precepto de encender las velas este día”.
Desde su niñez, Aisen afirma que le “impacta mucho el sonido del Shofar” porque marca el “inicio del año y del balance de nuestra vida”. Aunque entre los recuerdos más cálidos de estos días festivos es sin duda “la reunión familiar” en torno a la mesa. Tiene muy grabado en su memoria desde su niñez el sonido del Shofar.
Se desea un año bueno no un feliz año
Shaná tová transmite el deseo de un ‘año bueno’, no de un año feliz. Y la razón que hay tras esta diferencia tiene una gran importancia. Desear un feliz año nuevo implica darle primacía al ideal de una cultura hedonista cuyo objetivo principal es pasarla bien, mientras que buscar un año bueno implica reconocer la superioridad del significado por sobre la alegría del momento.
La palabra bueno tiene un significado especial en la Torá. La primera vez que encontramos esta palabra es en la serie de oraciones en la cual Dios, después de cada día de creación, ve su obra y la proclama buena. Y no sólo eso, sino que cuando Dios completó su obra vio todo lo que había hecho y “he aquí que era muy bueno”.
Tocar el shofar, todas las claves
La mitzvá esencial de Rosh Hashaná es escuchar el sonido del shofar. Los sonidos del shofar después de la Lectura de la Torá se llaman «Tekiot M»yushav». La obligación mínima es escuchar nueve sonidos. Sin embargo, hay duda si el sonido del shofar debe ser del tipo que suena como un gemido (Shevarim), o como un sollozo (Teruá), o una combinación (Shevarim-Teruá). Por eso, se llevan a cabo los tres sonidos, cada uno precedido y seguido de un sonido continuo, Tekiá. Tres de cada serie da como resultado 30 sonidos en total, los que son necesarios para quitar todas las dudas de que el precepto de la Torá ha sido cumplido.
Se acostumbra tocar el shofar en el mismo lugar donde se lee la Torá, para que el mérito de la Torá nos ayude. El shofar debe ser tocado durante el día. En la antigüedad, cuando los romanos perseguían a los judíos, los rabinos instituyeron tocar el shofar antes de Musaf, ya que los romanos tenían guardias en las sinagogas temprano en las mañanas.
La persona que toca el shofar debe estar de pie. Debe ser instruido inmediatamente antes de tocarlo de tener la intención de cumplir con la obligación para todos los que lo escuchen. Similarmente, a todos los que lo escuchen se les debe recordar el tener la intención de que su obligación está siendo cumplida.
Antes de tocar, se recitan dos bendiciones: «escuchar el sonido de shofar» y She»hejianu. Una vez que las bendiciones se hayan hecho, no se debe hablar hasta el final del sonido del shofar.
Las mujeres pueden tocar el shofar para ellas mismas y recitar la bendición (las mujeres sefaradiot no recitan la bendición). Un niño que tiene edad suficiente para ser educado en mitzvot debe escuchar el shofar.
El shofar no se toca cuando Rosh Hashaná cae en Shabat
El shofar utilizado en Rosh Hashaná debe ser un cuerno curvo de carnero, más largo que 10 cm. Está permitido utilizar un shofar hecho de un animal que no fue sacrificado ritualmente. De hecho, cualquier shofar es aceptable excepto el cuerno de una vaca, buey o una especie animal no casher.
En el rezo de la «Amidá» en Musaf, hay tres bendiciones especiales: Maljiot (alabanza a Dios el Rey), Zijronot (plegaria a Dios de recordar los méritos de nuestros Ancestros), y Shofrot (el significado del shofar). Durante la repetición del jazan, tocamos 30 sonidos adicionales en las variadas combinaciones. Se acostumbra a tocar 40 sonidos extra al final del servicio, llegando a un total de 100. Se acostumbra a prolongar el sonido final, el cual es llamado Tekiá Gedolá.
La fuerza del Shofar
Una pequeña anécdota de Rabi Levi Itzak de Berdichev relata cómo un niño pastor que nunca aprendió a leer, cuando llegó el día de Iom Kipur, no quiso este separarse del resto de la comunidad y acudió al Templo en ese santo día. Sin embargo, no sabiendo rezar se sentó cerca de la puerta.
Al observar como todos los demás presentes se concentraban en sus plegarias, no sabiendo que hacer en su abandono y soledad, tomó su flauta con la cual tocaba en el campo y deseó a través de sus notas expresar sus emociones y sentimientos ante de Di-s, lo cual no sabía hacer con palabras.
Cuando se escucharon estas notas, se levantó un gran tumulto en la sinagoga, quién es aquel que ha osado de secrar este santo día y este consagrado lugar? – Se preguntaban los congregantes, y estaban ya a punto de arrojarlo del Templo. En eso se escuchó la voz de Rabi Levi Itzak quien pedía que el niño fuera traido ante él. En su presencia le dijo él a los fedigreses, Han uds. de saber que hasta este momento todos los rezos y oraciones dichas habían sido rechazadas por el Eterno, pero fueron estas simples y sencillas notas, que brotaron de los más profundo del limpio y tierno corazón de esta criatura, las que rompieron todas las barreras que separan al pueblo de Israel de Di-s y conmovieron con su fervor al gran Di-s de la compasión.