Si hubiese que definir a Franciso Alvaréz-Cascos (1947) con una palabra, esta sería «Derecha». Cascos personifica los tópicos sobre el clásico hombre conservador español. De una corpulencia rocosa y dueño de un rotro tosco, incluso granítico, en el que destaca su nariz de boxeador, la mirada retadora y una media sonrisa socarrona, Cascos no engaña: es justo aquello que parece que es.
Proveniente una hacendada familia del norte de España, el actual presidente de Asturias dió sus primeros pasos políticos en Reforma Democrática, aquel pequeño partido fundado por Manuel Fraga en torno al cual coagularía Alianza Popular. Poco antes, un joven Cascos se había licenciado en Ingeniería de Caminos, profesión que apenas ha ejercido dada la precocidad de su iniciación política.
Cascos escaló posiciones rápido, convirtiéndose en uno de los integrantes del núcleo del Alianza Popular, primero, y del Partido Popular, después. Tanto en las formas como en el fondo, siempre ha sido un halcón que ha defendido sin tapujos el liberalismo y los valores del humanismo cristiano. De ademanes secos -que unos calificarán de enérgicos y otros de autoritarios-, entre los militantes populares corría una broma sobre él: decían que más que ser el «secretario general» del partido, era el «general secretario».
Sea como fuere, su notable inteligencia y fuerza de voluntad, así como su formación de ingeniero y su desbordante capacidad de trabajo, hacían -y hacen- de Cascos un excelente directivo, tan temido como admirado por todos los grupos humanos de los que se ha hecho cargo. En Fomento todavía recuerdan al ministro Cascos inaugurando autopistas a las cinco de la mañana, y hoy, en Asturias, sus consejeros saben que en cualquier momento del día o de la noche pueden recibir una llamada del Predidente para darles una orden o preguntarles un dato -que más les vale saber- sobre el último proyecto en curso.
Tras dedicar 35 años de su vida al PP, en el que lo ha sido practicamente todo -, concejal, diputado, senador, secretario general del partido (1989-1999), vicepresidente del Gobierno y ministro- su salida de la formación fue al más puro estilo Cascos: como elefante por cacharrería, dando un sonoro portazo, sin posible vuelta atrás. ¿El motivo? Quería que la cúpula popular le nombrase candidato del PP al Principado de Asturias, saltándose a la directiva local. Rajoy no le dio el placet y Cascos, en pocos meses, se sacó de la manga una formación regionalista -el Foro de Asturias- dotada de su propio corpus ideologico: el jovellanismo (sic). Con estas armas se presentó a las elecciones autonómicas de 2011, y el Foro de Asturias se convirtió en la fuerza política más votada del Principado.
En el plano personal, sus hobbies también son inequívocamente de derechas: es un conocido amante del futbol, la caza mayor y la pesca. Ha escrito cinco libros y tiene cuatro hijos con su primera esposa y dos con la segunda. Actualmente comparte su vida con su tercera mujer, una joven y atractiva galerista de arte.
En cambio, la biografía de Rosa Díez (1952), por contraposición a la de Cascos, no podría ser más de izquierdas. Hija de un obrero condenado a muerte durante el Franquismo -luego la pena le sería conmutada-, y criada en Sodupe, un pueblo situado -como no- a la izquierda del río Nervión, Díez, tras concluir sus estudios de administrativa, entró a trabajar como telefonista en la Diputación de Vizcaya, haciéndose funcionaria en 1973. Acto seguido, se vinculó al sindicato UGT y al PSOE.
Vivaz, ágil, expansiva, siempre moderna, con innegables dotes para ser el centro de atención y comunicadora nata -sus mensajes gustan al gran público porque hace fácil lo complejo-, Diéz se labró una trayectoria ascendente dentro del PSV; fue diputada foral, vicepresidenta de la Junta General de Vizcaya, parlamentaria, consejera vasca y eurodiputada.
Como socialista secular, está claramente a favor del aborto, el matrimonio gay y la eutanasia, así como de conceder al Estado amplios poderes sobre la sociedad civil; y como hija de obreros que no eran oriundos del País Vasco, nunca ha sentido simpatía hacia el nacionalismo.
En el año 2000 quedó en último lugar (optuvo el 6% de los votos) en las elecciones internas del PSOE que dieron el liderazgo a Zapatero. Seis años más tarde, cuando el ya Presidente inició el llamado «Proceso de Paz» con ETA, Díez, que entoces estaba en el `exilio´ de Bruselas, rompió definitivamente con los socialistas y fundó Unión, Progreso y Democracia, un partido político cuyo máximo ideólogo es Fernando Savater. Por el momento, UPyD ha conseguido cierta implantación entre las élites urbanas madrileñas de centro izquierda. Ha escrito tres libros, le gusta cocinar y leer, está casada y tiene dos hijos.