Para Juan Ramón Rallo, profesor de Economía en la Universidad Juan Carlos I, «todo sigue igual, es decir: mal. Por un lado, está la relación que mantiene el Estado con las distintas comunidades autónomas, una relación basada en que las comunidades incapaces de auto-sostenerse, en vez de quebrar para luego verse obligadas a reducir su déficit, son sostenidas por el Estado, que les da dinero. Es por ello que las comunidades carecen de incentivos para reducir su déficit en serio.Por otro lado, resulta que en España tenemos un modelo de financiación por el que se centraliza parte de los ingresos tributarios para luego distribuirlos entre las comunidades del modo y manera que al gobierno central considera oportuno!”.
En lugar de esto, Rallo propone un nuevo sistema que obligase a obligase a cada autonomía a ser responsable al 100% de su propia financiación.
Por su parte, Valentí Pich, presidente del Colegio de Economistas, cree que “estamos convirtiendo lo normal en extraordinario. Y, a parte de las batallitas de cada uno, estamos sumidos en una situación de emergencia financiera donde una parte importante del Estado -las Comunidades Autónomas- tienen vedados los mercados internacionales de financiación, y en los mercados nacionales lo tienen muy difícil”.
Pich considera importante enviar un mensaje nítido: hay que cumplir los objetivos de déficit. “Ahora ya sabemos que los pagos de la deuda del Estado es mayor que cantidad de dinero que el Estado destina a pagar los salarios de todos sus funcionarios públicos. Este problema, este dato, es tremendamente real. Nos estamos jugando muchísimo. Por lo tanto, el mensaje enviado es el normal, el único posible”, señala Pich.
Entonces, ¿se podría considerar que España tiene algún tipo de problema estructural? “Un país que tiene una tasa de paro de casi el 25%”, reponde Pich, “tiene un problema estructural que lo trastoca todo: las pensiones, la capacidad de mantener políticas públicas serias. Para que esto funcione, hay que replanteárselo todo. Hay que tener en cuenta que a finales del próximo año podemos llegar con un déficit del 90%, cuando hasta hace poco se hablaba de que sería del 30%. Estos son los datos, la realidad. Hay un problema estructural, que afecta a todas las vertientes del Estado”.