Mientras Susana Díaz defiende la honestidad de Chaves y Griñán en los ERE, Oriol Junqueras no piensa ceder “ni un milímetro en la hoja de ruta soberanista” y, en artículo publicado el domingo en El Punt Avui, dejó claro que su partido no tolerará someter la convocatoria de la consulta al Tribunal Constitucional “un grupo de magistrados designados a dedo por el PSOE y el PP”. En esto último tiene razón. Quizá hubiera preferido nombrarlos él pero, de momento, no tiene votos suficientes.
Así respondía el líder de ERC a la semana de declaraciones en la que Convergència y Unió dijo de todo y cada día una cosa distinta a la del anterior. Pero Junqueras no solo respondía a los líderes de CiU sino al propio Govern: “Los acuerdos están para cumplirlos, no para especular
frívolamente”. Y es que sabe –lo sabe muy bien- que el actual gobierno catalán no es nada sin su apoyo. Y lo quiere hacer valer.
Pero lo más interesante de ese artículo no son las amenazas al gobierno de CiU sino lo que él llama “las miserias de 30 años de autogobierno”,
en alusión al fraude fiscal de Jordi Pujol. Pensé que iba a condenar las actividades del fundador de CiU pero no: “El terremoto provocado por esta
voluntad de poner fecha a la democracia y construir un nuevo país ha hecho levantar algunas alfombras”, dijo, insinuando que el Estado podría estar detrás de este caso. ¡Ay Oriol! Que fácil justificar el delito, aunque sea aún presunto, en función del que lo comete. ¡Un aviso para los catalanes! Y para España entera.