«En primer lugar me gustaría señalar que la propuesta de Esperanza Aguirre de reducir a la mitad los diputados del parlamento madrileño trasluce la ausencia de necesidad de que a día de hoy haya tantísimos diputados y representantes políticos. Si ahora se plantean reducirlo a la mitad es porque antes sobraban.
Lo cual me hace pensar que las políticas de austeridad, al final, la acaban pagando los ciudadanos. Por que en el ámbito político lo que hay es una auténtica inflación. No hay tanta necesidad de que haya tantos representantes políticos cobrando tanto.
La pasada semana leí en un periódico digital que un diputado nacional, durante sus 20 años de vida parlamentaria, no hizo absolutamente nada; no participó en ninguna comisión ni hizo una sola propuesta. Recuerdo ahora también que Zapatero, durante sus 20 años de parlamentario, no hizo una sola intervención ni pregunta, y tampoco participó en una sola comisión. Nada. Esto, en el ámbito privado, no lo resiste nadie. Es la inutilidad. No solo habría que reducir el número de políticos, sino que también habría que garantizar que lo que queden participen de manera activa y efectiva en la vida política.
Y en cuanto a la disciplina de partido que impera en nuestro sistema, solo cabe decir que sería suficiente con que fuera el jefe de partido a las votaciones de los partidos. Basta ver como hace pocos días Jaime Lissavetzky se equivocó en una votación del ayuntamiento de Madrid, y el propio presidente de la asamblea le corrigió para decirle qué tenía que votar en función de su partido político. No tienen libertad ni para equivocarse.
Los que deciden toda la vida política de los partidos son sus jefes, y punto. Ahí está el caso de González Pons, que tras dirigir en gran parte la campaña del PP debió de tarifar con el jefe de su partido y ahora no ha vuelto a aparecer.
No hay parlamentarios libres que puedan expresar su opinión. Y esto ocurre en todos los parlamentos de Europa, con la excepción parcial del Reino Unido. Esta disciplina de partido también existe en el parlamento europeo, donde se reproducen a mayor escala los mismos vicios.
Creo que este es una sistema caduco. El ciudadano está otorgando el mandato a unos representantes que hacen con él lo que les da la gana, acatando solo las órdenes de los jefes de los partidos».
– Consuelo Martínez-Sicluna y Sepúlveda, profesora titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, es académica correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Madrid y de la Real Academia de Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.