“Cuando se juega al Juego de Tronos, solo se puede ganar o morir”. Cercei Lannnister
Poco más de dos años después de proclamar la conquista de los cielos mediante el asalto, Podemos vuelve a Vistalegre para librar una batalla fratricida. Los apóstoles de la ‘nueva política’ han terminado mostrándose como los usurpadores de los que nos venían a liberar. Vistalegre 1 fue el sueño de una noche de otoño (“Hoy empieza a nacer una organización política que está aquí para ganar y para formar gobierno”), Vistalegre 2 será el fin de la inocencia para una formación que de tanto analizar la política con el guión de una serie de éxito ha acabado creyendo que no hay otra forma de resolver las diferencias que blandiendo la espada. Algo más viejo que cualquier éxito televisivo y habitual en las organizaciones políticas que hunden sus raíces en el leninismo.
Carolina Bescansa intuye la que se avecina en esta batalla. Intentó jugar a la intermediación de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón cuando ambos ya habían entrado en la dinámica de ’conmigo o contra mí’ y se ha echado a un lado, no sin antes acreditar que Podemos se ha roto porque ”los equipos más fuertes” han actuado “de espaldas a la voluntad de diálogo y acuerdo”. ¿Y se sorprende? Lo dijo Iglesias: “Los cielos no se toman por consenso”. Y el cielo que está ahora en juego no es el del despejado futuro que prometía a los españoles. Es un asunto exclusivo de machos alfa: quién sienta sus posaderas en el Trono de Hierro, una vez que Errejón ha osado desafiar el modelo de partido y la estrategia política del líder incuestionado.
El electorado de Podemos asiste atónito a una pelea que no es de objetivos políticos. Iglesias quiere una dirección más presidencialista que la descentralizada defendida por Errejón. Éste prefiere emprender un camino de sugestión del electorado no conquistado en vez de seguir transitando la senda trillada por Iglesias de amedrentar a los poderosos. ¿Pero qué diferencias mantienen ambos sobre lo que quieren para España y los españoles? Ninguna. Iglesias y Errejón están de acuerdo en sustituir el sujeto de la soberanía nacional, el conjunto del pueblo español, por la de los territorios individualizados que forman España. Ambos comparten la impugnación del acuerdo de convivencia surgido de la Transición. Uno y otro tienen el mismo desconocimiento de cómo se genera la riqueza, a la que ven como una abundancia natural y garantizada de la que puede sacarse sin fin para todos sus delirios populistas.
Podemos se ha roto por el cómo, no por el qué. Errejón se ha hecho mayor, ha descubierto el pragmatismo y comprende que nunca gobernarán hasta que España les vea como una fuerza de orden. Iglesias se resiste a madurar, está cómodo en el papel de romántico adolescente en el combate callejero y no quiere dar carpetazo a ese Podemos de protesta y sueños, sin entender que “los sueños, sueños son».