Rajoy ha hecho su entrada triunfal entre los aplausos del público concentrado a las puertas del Congreso. Una vez dentro, el anfitrión, José Bono, ha tenido que llevárselo a una salita aparte ante el acoso de aduladores que se han acercado a saludarle, incluidos muchos periodistas.
Zapatero, sin embargo, ha evitado el paseo de la carrera de San Jerónimo para eludir, de nuevo, los abucheos. Es “normal”, decía en los corrillos de periodistas. El presidente en funciones está de retirada; entre muchos “espero que te vaya bien”, dice que se va con la conciencia tranquila, después de estos años tan duros y deseando que la economía mejore rápidamente, aunque sea con Rajoy.
Zapatero ya está haciendo la mudanza de la Moncloa. De momento, se instalará en el Consejo de Estado, el lugar destinado a los expresidentes del Gobierno; después, ya veremos. El todavía secretario general del PSOE quiere pasar de lado por el proceso interno de su partido para encontrar un nuevo líder. Explica que no piensa interferir, que ni siquiera va a pasar por su despacho de la sede socialista de Ferraz, auque entre los socialistas nadie se cree del todo su pepel neutral.
Los candidatos al liderazgo socialista tampoco muestran sus cartas en una partida en la que, según todos los consultados, habrá sólo dos participantes. Rubalcaba y Chacón.
Rubalcaba ha entrado por la puerta de atrás, y tan discreto como en la entrada lo ha sido en sus declataciones. Por más intentos que ha habido para sacarle un titular en los corrillos lo único que se ha conseguido es que aflore su vena irónica. “Tengo un pensamiento muy lento, antes del debate nada”, lo que se traduce en: estoy preparando el debate de investidura con Rajoy y hasta ese momento no pienso decir nada sobre mi futuro. La presión periodística ha continuado en la breve comparecencia de prensa. A la pregunta de si cree que el PSOE tiene futuro y él mismo como su líder, la respuesta ha sido un escueto “sí” a la primera parte y un “no es el momento” a la segunda.
Carme Chacón va un paso por delante. A ella sí se le ha visto entrar “por la puerta grande”, aunque ha tenido que soportar algunos abucheos. En sus declaraciones se ha presentado dispuesta a la batalla, aludiendo al artículo de la Carta Magna que se refiere al funcionamiento democrático de los partidos.
Me quedo en todo el lío del PSOE con las impresiones de uno de los padres de la Constitución, de un veterano socialista. Gregorio Peces-Barba discrepa de “esos que sueñan con sustituir al PSOE”. El partido tiene una base sólida y tiene cuatro años por delante para revitalizar unas siglas que llevan 130 años en pie.
Peces-Barba, igual que Bono e igual que Guerra, descarta a Chacón, no porque no sea capaz de gritar “Viva España”, que lo ha gritado hasta desgañitarse como ministra de Defensa, sino porque pertenece a un partido, el PSC, que se ha autoexcluído del PSOE. Pero añade que Rubalcaba será sólo una solución a corto plazo, lo que dan cuatro años en la oposición para recomponer el partido de la debacle electoral.
En la orilla de los triunfadores, las dudas están en quienes serán los elegidos para formar parte del primer gobierno de Mariano Rajoy. El presidente electo ha rescatado el famoso cuaderno azul de Aznar, ese en el que el expresidente apuntaba los nombres de sus ministros para su regodeo y la desesperación de los nominados que recibían la noticia en el minuto de descuento. Después del debate de investidura hablará, ha dicho Rajoy, del perfil de su gobierno y de sus ministros, pero sin dar nombres. Lo dicho, el cuaderno azul.
Aparte de las caras más bien tristonas de los socialistas, la cordialidad entre el presidente entrante y el saliente, inédita en público.
Y también llamó mucho la atención el saludo entre Zapatero y el diputado de UPyD, Tony Cantó. El presidente le aconsejó sobre cómo manejarse en la política aunque está convencido de que sus dotes de actor le van a ser más que útiles en el hemociclo.