Este jueves se cumplen cinco años de una de las noticias más esperadas por los españoles, el cese definitivo de la banda ETA. El grupo terrorista dejaba de matar después de 40 años asesinando a sangre fría hasta 829 personas.
Llegaba la paz y la calma para cientos de familias que vivían temerosas de que un día fueran ellos los secuestrados y retenidos en un zulo hasta que ETA decidiese acabar con sus vidas. Cientos, los que cada mañana miraban debajo de su coche por si había una bomba.
Hoy ETA está más débil que nunca. Ha sido perseguida por las fuerzas de seguridad hasta el último rincón. El número de miembros liberados con los que cuenta la banda es ínfimo, probablemente todos ellos ocultos en Francia y dirigidos por Mikel Irastorza. Es el único nombre en el que coinciden los expertos. Sería, pues, la persona que habría asumido la dirección de los restos de ETA tras la caída de lo que sería su última cúpula, desarticulada por la Guardia Civil y las fuerzas de seguridad francesas hace apenas un año.
De las tres personas que aparecían en la grabación con la que el 20 de octubre de 2011 ETA anunció el cese de su actividad, ninguna está en libertad. Al año siguiente de aquel comunicado se encerró a Izaskun Lesaka. En 2015 David Pla e Iratxe Sorzabal, que fueron los encargados de leer en castellano y euskera, respectivamente, el comunicado que traía la paz, pero no el olvido, también fueron llevados a prisión.