Obama se juega el futuro de su presidencia el 4N. Si pierde será un presidente más que cojo. No en vano, ya son pocos los que quieren hacerse una foto con él. Los presidentes al final de su mandato suelen ser tóxicos si las encuestas no les son favorables. Y Obama, al que aún le queda tiempo, ya lo es. Sus reformas tocarían a su fin si pierde Congreso y Senado. Y puede hacerlo.
Aunque el futuro demográfico presenta un partido demócrata con más papeletas para gobernar (los negros y latinos suelen ser prodemócratas), Obama ha tenido más que difícil llevar adelante su agenda. Y lo ha pagado. Los latinos están enfadados por la tardanza en la ley de inmigración, los negros creen que Obama ha perdido una histórica oportunidad con ellos. Y las encuestas lo reflejan.
Un 53 % de los estadounidenses desaprueba la gestión del presidente Barack Obama a pocos días de que se celebren las elecciones legislativas en Estados Unidos, según una encuesta divulgada hoy por CNN/ORC International. Además, un 68 % de los encuestados se muestra enfadado con la dirección que lleva el país.
La valoración del trabajo de Obama como presidente continúa siendo mayormente negativa, pues el 53 % de los ciudadanos no aprueban su gestión, frente al 45 % que sí está de acuerdo. Ante la pregunta acerca de su grado de enfado con la marcha del país, el 30 % respondió que «mucho» y un 38 % adicional «algo»; mientras que solo un 31 % expresó no estarlo «en absoluto».
El entusiasmo de los electores se plantea como elemento clave en las legislativas del próximo 4 de noviembre, en las que se renovará un tercio del Senado y los 435 escaños de la Cámara de Representantes. En este terreno, los republicanos ganan la partida al mostrarse un 36 % «extremadamente» y «muy entusiasta» de cara a los comicios, frente al 26 % de los demócratas que reconocen esta intensidad.
La batalla se centra en el senado
Los analistas prevén que la batalla se centre en el Senado, actualmente controlado por los demócratas, y donde los republicanos parecen contar con posibilidades de arrebatar la mayoría. «Estos diez puntos de diferencia seguro que afectan la participación y dañan a los demócratas en distritos donde el resultado está disputado», afirmó Keating Holland, director de la encuesta.
Por regiones, el panorama se complica aún más para los demócratas, ya que la mejor valoración del presidente se recoge en el noreste de EEUU (51 %), y en las zonas urbanas (60 %).
Precisamente, la mayor parte de los estados en liza para el Senado están fuera del noreste del país; y entre la población rural, que domina ocho de los estados disputados, el nivel de desaprobación de Obama se eleva el 70 %. Por eso, no es de extrañar que Obama se haya mantenido fuera de la campaña electoral, y haya evitado visitar algunos de los estados más competidos, como Kentucky, Luisiana, Colorado, Arkansas o Georgia.
La encuesta se efectuó entre el 24 y el 26 de octubre a votantes registrados, y cuenta con un margen de error de más menos 3 puntos porcentuales.
Los demócratas miran al futuro, pese a todo, con optimismo
Los demócratas miran el futuro político de Estados Unidos más allá de las elecciones del próximo martes, y ven que la demografía juega a su favor, con un país más diverso y menos blanco donde los latinos y la generación del milenio podrían dar un vuelco a varios feudos republicanos.
Por ello, con las encuestas por lo general en contra, los demócratas apuran los últimos días antes del 4 de noviembre para movilizar a jóvenes, minorías y mujeres, electorado fiel que sin embargo tiende a quedarse en casa en las legislativas, frente a la mayor movilización de los votantes republicanos.
El martes se renovará toda la Cámara de Representantes, que casi con toda seguridad seguirá en manos republicanas, y un tercio del Senado, donde los conservadores, que necesitan seis escaños más para alcanzar la mayoría, aparecen con una ligera ventaja en las encuestas, aunque con una decena de contiendas sin claro ganador.
Los comicios de medio mandato suelen beneficiar a los republicanos: vota menos gente y más mayor
«Los comicios de medio mandato benefician históricamente a los republicanos, vota menos gente y la que vota es más mayor, por eso habrá que esperar a 2016 para ver el efecto de las tendencias demográficas favorables a los demócratas, que ya se apuntaron en 2008 y 2012», explicó a Efe John Hudak, experto en elecciones del centro de estudios Brookings Institution.
El empuje de los votantes latinos y jóvenes, decisivo en la llegada de Barack Obama a la Presidencia, sacude estados tradicionalmente conservadores que pasan del «rojo» (republicano) al «azul» (demócrata).
Virginia, que ya fue en 2008 y 2012 un estado en disputa, tiene visos de convertirse en un lugar bastante seguro para los demócratas en las Presidenciales; en Colorado, Obama venció ya holgadamente dos veces; Nevada pasó de estado pendular a éxito relativamente fácil; y Nuevo México lleva el mismo camino.
Arizona, Georgia y Texas, ya no son tan republicanas
Los márgenes de las victorias conservadoras se estrechan además en Arizona, Georgia e incluso el populoso Texas, estados sureños donde crece una población latina que enfrenta algunas de las políticas migratorias más duras del país, impulsadas por republicanos en la administración local y estatal.
La demografía está de cara para los demócratas: el tradicional votante blanco y conservador es el de mayor edad, mientras que el nuevo electorado se caracteriza por su progresismo en lo social y pertenece a la generación más diversa de la historia del país.
Son los jóvenes del milenio, los que ahora tienen entre 18 y 33 años, están bien formados, no son muy religiosos y retrasan el momento de casarse y tener hijos. Sus posiciones sobre el aborto, los derechos reproductivos y el matrimonio homosexual chocan con las del partido republicano, que ha hecho de la batalla en estos temas una de sus banderas. «Lo que ven en los republicanos es un partido beligerante con asuntos que ellos defienden con pasión», apunta Hudak.
La diferencia entre lo que votan los jóvenes (demócratas) y los mayores (republicanos) es abismal
En las últimas elecciones, la diferencia en las tendencias según la edad fue la mayor registrada desde que en 1972 se redujo la edad mínima para votar a los 18 años. «En el año 2000 no había apenas diferencia en la manera en que votaban jóvenes y mayores. Ahora, hay un abismo», explica Paul Taylor, vicepresidente ejecutivo de proyectos especiales del Centro de Estudios Pew, en su libro «The Next America», publicado este año.
Seis de cada diez jóvenes votantes apoyaron a Obama en su reelección de 2012, mientras que solo lo hizo un 47 % de la generación de sus padres (los «baby boomers», de entre 45 y 64 años) y un 44 % de la de sus abuelos (mayores de 65).
La aproximación de estos jóvenes a la política exterior y al papel que debe tener el Gobierno federal también está en mayor sintonía con los demócratas, mientras que los votantes de más edad tienden a apoyar las tesis republicanas de reducir el poder de Washington en favor de los estados.
Cuatro de cada diez «millennials» no son blancos; muchos de ellos son hijos de las grandes oleadas de inmigrantes hispanos y asiáticos que llegaron hace medio siglo. De los 40 millones de inmigrantes que ha recibido Estados Unidos desde 1965, aproximadamente la mitad son hispanos y tres de cada diez asiáticos. A finales del siglo XIX y principios del XX, nueve de cada diez inmigrantes eran europeos, y hoy solo representan el 12 %.
Los inmigrantes actuales y sus hijos conformarán el 37 por ciento de la población a mediados de este siglo, la ratio más alta en la historia de una nación que camina hacia una mayoría no blanca, según las proyecciones del centro Pew.
«Realmente los hispanos comparten muchas posiciones con los republicanos en temas sociales como el aborto, la religión, los matrimonios homosexuales, pero el partido se boicotea a sí mismo con sus duras políticas contra la inmigración», comentó a Efe Anthony Corrado, profesor de Política Gubernamental en el Colby College de Maine.
Reagan vaticinó que los hispanos serían vitales… y que podrían llegar a convertirse en republicanos
El expresidente republicano Ronald Reagan (1981-1989) solía decir hace más de tres décadas que «los hispanos ya son republicanos, lo que pasa es que no lo saben». Sin embargo, el discurso beligerante de su partido contra la inmigración le aleja todavía de un electorado clave.
El estancamiento de la reforma migratoria, una de las grandes promesas electorales de Obama, ha frustrado a la comunidad hispana que confió en él en 2008 y 2012, pero los republicanos están lejos de capitalizar esa desilusión porque han bloqueado la iniciativa en el Congreso y mantienen posiciones muy duras en inmigración.
«Además, no es solo la inmigración lo que determina el voto de los hispanos. Hay otros muchos asuntos que les preocupan, como el acceso a la educación, la sanidad y las ayudas sociales, que defienden los demócratas y los republicanos quieren restringir», señala Hudak.
«Si los dos partidos mantienen sus posiciones y discurso actuales, todo indica que los demócratas saldrán beneficiados de una demografía en la que latinos y jóvenes del milenio marcarán la pauta», concluyó.