A los intereses particulares del PP le convenían unas terceras elecciones: Rajoy hubiera accedido a su nuevo mandato con mayores garantías de estabilidad. Más respaldo popular, más votos y más escaños. Una correlación que el propio presidente de la gestora del PSOE considera una “evidencia empírica”.
El PSOE, al menos la mayoría orgánica que se impuso en el comité federal, necesitaba huir de las urnas. Les asusta el castigo. Va a pagar un precio muy alto por la abstención después de haber levantado una muralla de “no es no” desde diciembre. Y no fue Pedro Sánchez el único arquitecto de la obra que el PSOE ha tenido ahora que derribar.
España volverá a tener Gobierno el sábado y Rajoy se entretendrá el domingo en deshojar la margarita de sus ministros: Cospedal sí o no, Montoro y Fernández Díaz sí o no… Otra cosa será la gobernabilidad. El PSOE ha esgrimido su sentido de responsabilidad para desbloquear diez meses de parálisis institucional. Rajoy le ha recordado que “la misma responsabilidad por la que se van a abstener el sábado cabe exigirla para el futuro, porque si no, no se podrá gobernar».
Rajoy y Hernando han rivalizado por trasladar a la opinión pública quién de los dos grandes partidos nacionales se ha sacrificado más por los españoles. Si el PP al no forzar una nueva convocatoria electoral favorable, o el PSOE al impedirla. El tradicional “y tú más” que PP y PSOE se echan en cara cuando les salpica la corrupción convertido en el “yo más” del ejercicio consecuente del mandato popular.
La investidura de Rajoy tiene un resultado inmediato. Rajoy vuelve a hacerse con el mando de los tiempos. El presidente recupera la capacidad para convocar elecciones y podrá ejercerla en mayo, cuando se cumple el plazo constitucional que habilita su ejercicio. A la vista está cómo maneja Rajoy los tiempos. El 21 de diciembre dijo que no había Gobierno posible sin el PSOE y 10 meses han tardado los socialistas en asumirlo.
Gobernabilidad o elecciones. Será la nueva disyuntiva que deberá manejar un PSOE volcado en su reconstrucción y en mantenerse a la vez como alternativa en la oposición, donde Podemos le va a disputar la bandera de la auténtica alternativa al PP.
Los socialistas seguirán un tiempo sin estar en condiciones de ir con viento favorable a las urnas. Es la gran baza de Rajoy. El presidente ofrece ahora su perfil más conciliador, pero si el PSOE no colabora en la gobernanza, apretará el botón nuclear: “Tan malo es no tener Gobierno como tener un Gobierno que no pueda gobernar”.