Los intereses cruzados en el seno del comité federal del PSOE tejieron en enero, tras el descalabro electoral de Pedro Sánchez, una posición defensiva: no al PP, no a Podemos, no a las terceras elecciones. Entonces se vio como una oportunidad para afirmar su condición de primera alternativa de la izquierda al Gobierno frente a la amenaza de Podemos. Hoy, cuando se consume el plazo para formar Gobierno y las terceras elecciones están cada vez más cerca, esa ecuación de imposible cumplimiento aprieta como soga al cuello.
Al PSOE se le agota el tiempo para decidir cómo evita las terceras elecciones. Salvo que el interés real sea acudir a ellas de nuevo. Ferraz lleva tiempo deslizando la idea de que al PSOE no le irá mal en una nueva convocatoria electoral. Antes debe salvar dos obstáculos que decidirán el futuro de los socialistas: las elecciones vascas y gallegas del próximo 25-S. No pintan bien para los intereses de Sánchez. En Galicia existe la amenaza real del sorpasso de las Mareas; en el País Vasco el CIS pronosticó que los socialistas perderían la mitad de su representación.
Los críticos con Sánchez rechazan la idea de que las terceras elecciones generales sean una oportunidad para la recuperación del PSOE. «Si hay unas elecciones, estaremos empedrando el camino para una mayoría absoluta del PP (…) Y solo hay una cosa peor que un gobierno de Rajoy en minoría, que es un gobierno de Rajoy en mayoría». Lo dijo el asturiano Javier Fernández tras el 26-J ante todos sus compañeros del comité federal. Fernández es hoy uno de los dirigentes con mayor prestigio dentro del partido y muchos han puesto sus ojos en él para lo que pueda suceder en el futuro.
Un tuit de Susana Díaz en apoyo de Fernández Vara ha bastado esta semana para movilizar a los disidentes de la línea impuesta por Ferraz. Algo ha empezado a moverse en el PSOE. Y ya se especula con las vías que permiten los estatutos para forzar la convocatoria del comité federal que bloquea Ferraz y, llegado el caso, descabalgar a Sánchez de la secretaría general.
La lideresa andaluza ha estrechado este viernes el cerco a Sánchez. El comité federal para analizar la posición de los socialistas de cara a la formación de Gobierno que evite las elecciones “se celebrará seguro”, ha dicho. Si bien ha eludido desvelar cómo se forzará a la dirección del partido a una convocatoria a la que se resiste y, lo que es más importante, cuál será su posición en un debate trascendental para el PSOE.
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Cómo deshacer el nudo gordiano
Sánchez resiste al comité federal acantonado en Ferraz. Se siente blindado mientras no traspase el mandato que recibió de él: rechazo a un Gobierno del PP con el PSOE en la oposición. Mientras su alternativa de “cambio” no fragüe, no podrá utilizar contra sus críticos ese as en la manga que sería la consulta a la militancia, a la que se presume más proclive al pacto con Podemos de lo que son los dirigentes del establishment socialista.
Díaz defiende que 85 diputados no permiten formar Gobierno y, dado que la alianza con Podemos y los independentistas tampoco es alternativa porque “el lugar donde han colocado al PSOE lo españoles es en la oposición” ¿Cómo se evitan esas terceras elecciones que los dirigentes críticos con Sánchez, en activo o ya jubilados, rechazan? Es el nudo gordiano que el PSOE debe resolver.
El lunes siguiente a las elecciones vascas y gallegas es el día marcado en el calendario por los críticos al secretario general. Una debacle socialista encenderá todas las alarmas para evitar como sea las terceras elecciones generales en un año. Y eso solo pasará porque el PSOE modifique su posición. No podrá hacerlo Sánchez. Pero ¿quién se atreve a suceder a Sánchez para abstenerse ante Rajoy? El marrón es colosal.
Se abren dos alternativas. Una interna y otra externa. La primera se articula en torno a la hipótesis de forzar la dimisión o destitución de Sánchez y colocar una gestora que haga el trabajo sucio de la abstención ante el PP, dejando incólumes a Susana Díaz, Fernández Vara y el resto de los dirigentes más importantes del partido.
La segunda consiste en presionar al PP para que cambie de candidato y hacer el trago de la abstención menos amargo. “Entre el no es no y la abstención a cambio de nada hay un espacio que explorar”, ha argumentado este viernes Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Es el camino que viene recorriendo Díaz esta semana: «Si Rajoy quiere hacerle un gran servicio a este país, el servicio que podría hacer es coger y marcharse».
El sacrificio de Rajoy a cambio de la abstención del PSOE es el debate que se atisba en el horizonte, cuando el reloj de la nueva convocatoria electoral agote sus horas.