Tras el escándalo suscitado en algunos países por el veto de Rusia y China a la resolución de ONU contra el régimen de Siria, comienzan a conocerse algunas de las razones que sostienen la argumentación del Kremlin para tomar tan polémica decisión.
La cancillería rusa informó en un comunicado que el ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, y el director del Servicio de Inteligencia Exterior, Mijaíl Fradkov, pedirán en persona al presidente de Siria, Bashar al Assad, «reformas democráticas para estabilizar la situación» en el país árabe, sumido en la violencia desde hace 10 meses.
Según recoge la agencia RIA Novosti, el enfado de las potencias partidarias de la resolución de castigo al régimen de Asad «es un pretexto para encubrir los acontecimientos que realmente ocurren en ese país», según ha declarado Lavrov, quien viajará mañana martes a Damasco.
Para Lavrov, y por ende para el Kremlin, lo que ocurre actualmente es que en Siria hay más de un foco de violencia y en esa confrontación participan varias fuerzas.
El ministro de Exteriores ruso sostiene que el proyecto de resolución fue sometido a votación en la ONU apresuradamente el 4 de febrero, a pesar de que Moscú pidió esperar unos días.
Según el canciller ruso, en esa votación apresurada estaban interesados los países que quieren cambiar el régimen en Siria y distraer la atención de la actividad de unos grupos armados que reciben armas y soporte desde el exterior, aunque hasta la fecha desde el Kremlin no se ha detallado qué potencias estarían respaldándolos.
Moscú y Pekín temen la repetición en Siria del «guion rodado» en Libia, donde la oposición apoyada por la ONU y las tropas de la OTAN derrocó el régimen de Muamar Gadafi, pero no consiguió recuperar la estabilidad.
La delegación rusa propuso que, junto con la exigencia de retirar las tropas y las fuerzas de seguridad de las ciudades sirias, dirigida al Gobierno, el proyecto de la resolución incluyera también la demanda de que las abandonen los grupos armados, recordó Lavrov. “Nos extrañó la negativa de los autores del proyecto de aceptar las enmiendas rusas absolutamente lógicas”, dijo Lavrov.
Un estratégico y solitario aliado en Oriente Medio
Por otra parte, Boris Dolgov, arabista e historiador de la Academia de Ciencias de Rusia, ha declarado en una entrevista con la agencia Efe, que la postura del Kremlin frente a Rusia obedece a importantes razones geoestratégicas: «Es una cuestión de prestigio y de influencia. Siria es el último aliado que le queda a Rusia en Oriente Medio», señaló Dolgov, quien acaba de regresar de una visita al país árabe.
Dolgov subraya que «desde tiempos soviéticos los lazos entre Moscú y Damasco son muy fuertes». Además, añade, «hay muchos intereses económicos y militares, y existen numerosas familias mixtas».
El experto opina que hoy día la cooperación entre Moscú y Damasco es muy estrecha: «Los contactos datan de tiempos soviéticos, pero la cooperación se ha reforzado. Recordemos la base naval en el puerto sirio de Tartus«, afirma.
Rusia rehabilita actualmente la base que la Armada de la URSS tuvo durante décadas en Tartus, para que pueda recibir cruceros y portaaviones, y así regresar al Mediterráneo, coto privado durante las últimas dos décadas de la VI Flota estadounidense.
Poniendo en duda la difusión social de las protestas en Siria, Boris Dolgov cifra en unos 3.000 los civiles muertos y en 2.000 las bajas en el Ejército y las fuerzas de seguridad durante los violentos disturbios en Siria.
«Fuimos a un hospital militar y casi todos los soldados heridos habían recibido disparos de bala. Si Asad fuera derrocado y los islamistas tomaran el poder, eso amenazaría la estabilidad de todo Oriente Medio, incluido Israel», dijo. «Eso no quiere decir que Siria sea una sociedad ideal. Falta libertad y existen muchos problemas de falta de oportunidades entre la juventud», sentenció.