El repentino éxito de Ciudadanos ha colocado en una difícil texitura a su líder, Albert Rivera, que deberá elegir entre ser candidato a presidente del Gobierno o a la Generalitat. Impensable hasta hace pocas fechas, lo cierto es que la elección tendrá un precio político. Rivera ha labrado su trayectoria en Catalunya, ha defendido como pocos la Constitución y la legalidad, sin complejos, y ha sembrado la semilla de la diferencia sin irritación. No hay que olvidar que Ciudadanos nació de un manifiesto de intelectuales y personalidades de la vida pública que reclamaban una Catalunya más allá de nacionalismo excluyente. Se llamó el manifiesto de los Intelectuales.
Gente como Félix de Azúa, Albert Boadella, Francesc de Carreras, Arcadi Espada, Teresa Giménez Barbat, Ana Nuño, Félix Ovejero, Félix Pérez Romera, Xavier Pericay, Ponç Puigdevall, José Vicente Rodríguez Mora, Ferran Toutain, Carlos Trías, Ivan Tubau y Horacio Vázquez Rial participan. Tres eran las claves de este manifiesto que luego fue completado el 4 de marzo de 2006 cuando Ciudadanos puso encima de la mesa algunas de sus claves: Ciudadanía, Libertad e Igualdad, Laiciismo, Bilingüísmo y Constitución. No era poco hablando de Catalunya.
Algunas eran las claves: Primera, para hacer frente al ahogo que para el conjunto de la sociedad catalana suponen, desde hace más de veinticinco años, las políticas nacionalistas identitarias que pretenden homogeneizar culturalmente una sociedad plural y diversa. Segunda, porque estas políticas estaban siendo desarrolladas no sólo, como es natural, por los partidos políticos nacionalistas, sino también por los que no se consideran como tales. Tercera, por el vacío de representación que existía en el espacio electoral de centro-izquierda no nacionalista.
¿Van a perdonar los electores catalanes que Rivera prefiera Madrid a Catalunya?
Esa es la gran pregunta y los ataques del resto de los partidos se centrarán en hablar de pose, de usar a Catalunya como trampolín para llegar a… Madrid. Casi nada. El debate dentro de Ciudadanos debe ser amplio. Rivera no va a ser presidente del Gobierno. Pero quiere llegar a serlo. Colocar a otra persona para ese cometido puede ser un paso atrás en su carrera para siempre. Poco factible resulta que Rivera no tenga la ambición de ser presidente. En este caso la decisión sería dejar a uno de los suyos en Catalunya (¿Nart o Arrimada?), pero los ataques serían duros y las expectativas de voto podrían caer tan rápido como ahora han subido hasta superar en intención de voto a ERC.
La otra opción consistiría en demostrar que hay un político con convicciones, que quiere ir poco a poco y que no tiene prisa por llegar. Sería un paso atrás hoy para dar más hacia delante mañana (pero en política los años son siglos). Colocar a alguien de confianza tampoco resulta en política. Solo hay que mirar a Sánchez y Susana, o a esta con Griñán y Chaves, a los que no dudará en apartar del partido si conviene a sus intereses. El dilema es claro y el tren de la presidencia hay que cogerlo a tiempo.
La última alternativa es optar a los dos cargos. En realidad sería intentar gobernar en Catalunya (cosa harto difícil pese a las encuestas) y estar en Madrid para dar la cara y seguir siendo alternativa. Compatibilizar no es fácil. Cospedal lo ha intentado hacer y ahí se ven los resultados dentro del partido. «Fue un error», es la frase más repetida dentro del PP.
En junio decidirá
Por el momento, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha afirmado este miércoles que en junio decidirá y anunciará si se presenta a las elecciones catalanas del 27 de septiembre o a las generales previstas para noviembre o diciembre.
En declaraciones a La Sexta, Rivera ha precisado que en junio Ciudadanos convocará primarias para elegir candidatos para ambas citas, suponiendo, ha puntualizado, que las elecciones catalanas lleguen a convocarse.
Según Rivera, en el Parlamento catalán circula la tesis de que, dependiendo del resultado de las elecciones municipales de mayo, especialmente en Barcelona y en otros sitios, podría romperse el acuerdo entre CiU y ERC para convocar las elecciones el 27 de septiembre.
Rivera se ha mostrado prudente ante el ascenso de Ciudadanos en las encuestas –-la publicada hoy por »El Periódico» sitúa al partido como tercera fuerza en Cataluña, a poca distancia de ERC–.
El PP sigue atacando a Ciudadanos
Además, ha respondido a las palabras de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que este miércoles ha dicho que le choca que Ciudadanos quiera dejar de ser un partido catalán y que quieran dejar de llamarse «Ciutadans».
Según Rivera, la crítica de Cospedal es «surrealista» y él está muy orgulloso de que «en una parte de España», Barcelona, surgiera un manifiesto por la regeneración de la vida pública que, casi nueve años después, es «alternativa para gobernar en Cataluña y para regenerar la vida pública en el resto de España».
Así, ha avisado al PP de que esos ataques no funcionan —«cada vez que lo hacen sube el pan y sube Ciudadanos en las encuestas»— y ha subrayado que está muy orgulloso de ser de un partido que defiende la diversidad de España.
Mensaje a Mas
“Señor Mas, no nos deje hipotecas, deuda y estructuras de Estado a quienes tenemos que gobernar Cataluña en un futuro”. Así se lo ha dicho el presidente de Ciudadanos (C’s), Albert Rivera, al president de la Generalitat, Artur Mas, después de que “el Consejo de Garantías Estatutarias (CGE) haya enmendado por unanimidad uno de los artículos de la Ley de Acompañamiento con el que usted y Junqueras pretendían construir un nuevo Estado desmontando la autonomía catalana”.
“Señor Mas, ¿quién dimitirá? ¿Quién asumirá las responsabilidades de un Gobierno que presenta unos Presupuestos fuera de la Ley y de la Constitución y que, además, son imaginarios y tienen partidas fantasma?” le ha preguntado Rivera a Mas en la sesión de control del pleno del Parlament. Y le ha reprochado que el ejecutivo catalán “haga chapuzas con la concesión pública y presupuestos fuera de la Constitución y sus responsables estén aferrados a la silla”.
Albert Rivera le ha dicho a Mas que “se creen que son el Gobierno de los mejores y se están convirtiendo en el gobierno de los peores: de los peores datos y de los peores hechos”. Y le ha advertido que “la Generalitat no puede utilizar los recursos económicos de todos los catalanes para construirse su mini Estado o un país imaginario”.