Pedro Sánchez ha hecho números. Y los números no mienten. El PSOE no volverá al Gobierno en mucho tiempo si no lo hace en compañía de Podemos y si desaparece en Cataluña, su tradicional granero de votos junto con Andalucía. Así que si la militancia socialista le aúpa de nuevo a la secretaría general, establecerá ambas alianzas: con la izquierda del PSOE y con los catalanes que reivindican mayor reconocimiento.
“Por una nueva socialdemocracia” es el documento de 40 folios en el que han trabajado históricos del PSOE como el exministro y expresidente del Parlamento Europeo Josep Borrell, la economista y exministra Cristina Narbona, el sociólogo y director de la revista «Temas» José Felix Tezanos y el también economista y coordinador del Foro de Economía Progresista Manuel Escudero. El texto sintetiza el programa con el que Pedro Sánchez quiere recuperar el liderazgo del PSOE y ha sido presentado este lunes en Madrid.
Supone el último giro ideológico de este camaleón político que se resiste a ser atrapado en la huida hacia adelante que emprendió cuando sintió cómo el poder del partido se le escapaba a chorros tras cada noche electoral.
Porque uno ya no sabe qué socialdemocracia de Sánchez es la auténtica. Si la que defendió en 2011 con motivo de la reforma del artículo 135 para consagrar constitucionalmente el equilibrio presupuestario («Nunca creí que lo que diferenciara a la izquierda y la derecha fuese el tamaño del déficit público. La estabilidad de las cuentas es un principio de buen gobierno») o la que este lunes le ha servido para abanderar una renta básica universal en un país que está a años luz de cumplir con los objetivos de déficit cero.
En manos de Pedro Sánchez, la socialdemocracia es como la plastilina. Adopta las formas que necesita en cada caso. Es lo que permite al socialdemócrata que dijo que nunca pactaría con los populistas fijar este lunes como prioridad que “lo fundamental son las alianzas” para alterar la correlación de fuerzas que permiten al PP seguir en el Gobierno. Y no hay aliado con los votos suficientes que no sea Podemos, aunque no les cite por su nombre. No quiere mimetizarse con ellos, dice el mismo Sánchez que defendió el mestizaje ideológico con Ciudadanos para intentar acceder a la Moncloa, pero el acuerdo con los de Iglesias es la única fórmula para «poner coto a las políticas neoliberales y austericidas que tanto daño causan y cuyos resultados prácticos han llegado a ser especialmente dañinos».
Así que mientras la Gestora del PSOE prepara una ponencia política de cara al Congreso que establece al PSOE como adversario del PP y del “populismo destructivo” de Podemos, Sánchez prefiere tener un único enemigo: el PP y el “capitalismo neoliberal”. Todo lo que hay a la izquierda de la izquierda del PSOE son para Sánchez piezas para la “alianza de progreso”, por lo que conviene «no entrar en colisiones frontales y sistémicas con otras formaciones de la izquierda».
España, un Estado plurinacional
Para ganarse a los catalanes, Sánchez ha decidido también ir más lejos de lo que nunca se ha atrevido el PSOE. Más lejos también de lo que el propio Sánchez defendió mientras fue su secretario general. Propone una reforma del artículo 2 de la Constitución que pase a definir España como un Estado plurinacional. Esto es: una nación de naciones. Lo había adelantado en la entrevista con Évole, cuando el de La Sexta le preguntó qué solución tenía para Cataluña: “Una nación que se sienta integrada dentro de España”, respondió Sánchez.
Sánchez defiende que España «necesita una transición a una solución federal», porque sólo así se «puede dar cabida a la pluralidad española, conferir acomodo a los diversos sentimientos de identidad de los españoles en todos los territorios y estabilizar la descentralización política, económica y presupuestaria» de la que se ha dotado.
Para el exlíder de los socialistas, esta fórmula permitirá que “aquellos que se sienten a la vez catalanes y constitucionalistas retomen la iniciativa frente a un independentismo irredento que se ha potenciado a partir del argumento del agravio comparativo y el ‘no nos dejan decidir'».
Sánchez ha puesto sus cartas sobre la mesa. Del ‘no es no’ ha pasado al ‘vamos todos juntos a echar al PP’. Quizá no sea la apuesta por un PSOE de mayorías («No somos nostálgicos del bipartidismo», afirma haciendo de la necesidad virtud), pero tiene la música que gusta en las bases del PSOE. Las que el presidente de la Gestora, Javier Fernández, reconoció como “podemizadas”.