El encuentro de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón con José Luis Rodríguez Zapatero y Pepe Bono ha sido calificado por los protagonistas como «cordial y distendido». Todos coinciden en negar que la quedada responda a un pacto entre Podemos y la vieja guardia socialista a espaldas del nuevos secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez.
Para Iglesias hablar con Zapatero le resultó «útil». «La experiencia de alguien que ha tenido responsabilidad desde el Gobierno, aunque no piense como tú, aunque haya muchas diferencias, siempre es algo útil», ha asegurado, al tiempo que recuerda que algunas medidas de sus Gobiernos le gustaron, como la extensión de derechos civiles, el matrimonio homosexual, el divorcio exprés, etc. «En otras cosas, evidentemente, no estamos de acuerdo, y especialmente en la gestión de la crisis y la apuesta por las políticas de austeridad».
«Ha demostrado una altura de miras que quizá llegue más lejos de la que tienen algunos dirigentes actuales del PSOE, que prefieren insultar que dialogar con nosotros», afirmó Iglesias en declaraciones a la prensa en Bruselas, informa Europa Press.
Eso es lo que ha dicho Iglesias sobre Zapatero después de conocerse, pero ¿qué pensaba el líder de Podemos hace seis años, antes de que se dedicase a la política?
En 2008, Pablo Iglesias Turrión presentó una tesis tesis doctoral bajo el título Multitud y acción colectiva postnacional: un estudio comparado de los desobedientes: de Italia a Madrid (2000-2005), dirigida por Heriberto Cairo Caro, catedrático de la Universidad Complutense. Uno de los textos divulgados es el que Iglesias dedica a cómo se fue gestando la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones generales de 2004. Según el politólogo, las “movilizaciones contra la guerra de marzo de 2003, cuyas formas de acción colectiva más efectivas fueron aquellas experimentadas y desarrolladas por los activistas más radicales, demostraron la posibilidad de abrir un escenario político global no institucional”.
A su juicio, la «revuelta antigubernamental del 13 de marzo de 2004 que siguió a los atentados de Al Qaeda, quizá represente una de las mejores expresiones de las potencialidades de este repertorio postnacional en Europa». En este punto de la investigación, que fue concluida en 2008, Iglesias señala que Zapatero, a pesar de «no ser un líder carismático, de sus dificultades para hablar otros idiomas (cuestión de singular importancia a la hora de aparecer en medios de comunicación internacionales) y de haber mantenido las líneas generales de la política económica del anterior Gobierno, se ha convertido en un referente progresista mundial y en el representante de una forma de hacer política en Europa alternativa a los Estados Unidos».