Actos pequeños y sectoriales en vez de grandes mítines. Es la apuesta del PSOE para la campaña de las elecciones europeas, que arranca el próximo 9 de mayo y se presenta como una prueba de fuego para la dirección del partido. Lejos quedan los tiempos en que los socialistas abarrotaban Vistalegre, el Palau Sant Jordi o la plaza de toros de Zaragoza en vísperas de unos comicios. Los nuevos tiempos que vive la política en España y la crisis económica han hecho que Ferraz apueste por organizar eventos a pie de calle, »micromítines» al estilo de los organizados ya en la campaña de las gallegas de 2012, para dar una imagen de cercanía y atención a los temas que preocupan a la gente y de paso evitarse un gasto que no siempre compensa y el riesgo de »pinchar» al tratar de llenar grandes escenarios.
Esto último fue lo que le ocurrió en el año 2011. Con José Luis Rodríguez Zapatero en la recta final de su mandato y habiendo anunciado ya que no concurriría a las generales, el PSOE se llevó varios disgustos en la campaña de las autonómicas y municipales del 22 de mayo. Antes de que arrancara, el 30 de abril, Zapatero protagonizó un evento en el pabellón Santiago Martín de Tenerife, llevándose la frustración de ver cómo más de 600 asientos del total de 3.500 habilitados se quedaban vacíos. Fue el primer »pinchazo» del leonés en diez años. Se daba la circunstancia, además, de que ese mismo lugar fue escenario cuatro años antes del gran baño de masas que se dio Juan Fernando López Aguilar, candidato socialista a la presidencia de Canarias. Medio millar de personas se quedaron sin poder entrar en el pabellón entonces, desbordando las expectativas del partido.
El primer día de campaña, el 6 de mayo, siguió la misma tónica desangelada. El presidente del Gobierno acudió a su tierra, a León, para dirigirse al auditorio que debía llenar el Palacio de los Deportes, al igual que en ocasiones precedentes. Sin embargo, más de 300 sillas de las 4000 disponibles se quedaron vacías.
Una semana después, se dio la misma circunstancia en Inca (Mallorca). Pese al tamaño reducido del pabellón elegido para el mitin, los socialistas comprobaron cómo 300 asientos permanecieron desocupados y cosechaban una nueva decepción en la campaña de las elecciones que habría de dejarles sin los gobiernos de Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón, Asturias y Baleares y sin el control de los ayuntamientos de Barcelona, Sevilla, Palma de Mallorca o Las Palmas de Gran Canaria.
Al día siguiente obtuvieron el gran éxito en Valencia. Zapatero logró llenar la plaza de toros de la capital con 12.500 fieles en un evento donde proclamó “hay partido” y se mostró convencido de que el PSOE podría dar la vuelta a las encuestas en la cita con las urnas. Sin embargo, la alegría en Ferraz no duró ni 24 horas puesto que el 15 de mayo los socialistas se llevaron el mayor revés de la campaña en Zaragoza. Pese a retrasar media hora el inicio del mitin, la organización apenas logró llevar 7.500 personas a la plaza de toros que en otrora fue lugar fetiche del partido. El propio Zapatero la llenó con 12.000 asistentes en 2004, hito que también había registrado Felipe González en 1993. En 2011, en cambio, se quedaron a mitad de camino, El contraste con el PP, que un día antes había llevado 2.500 personas más al mismo lugar, fue un varapalo tremendo.
Al final de la campaña, el equipo electoral hizo llegar a los medios una nota con las “cifras” registradas, quizá un último intento por hacer olvidar los pinchazos que habían marcado gran parte de los actos centrales. Más 60.000 personas, afirmaron, habían asistido a los eventos de Zapatero, Rubalcaba, Chacón y Blanco. La caravana de prensa recorrió 8.400 kilómetros en dos semanas que movilizaron “a más de 100.000 voluntarios en las calles y 25.000 en las redes” pero que no pudo evitar la gran derrota con que los electores castigaron el desgaste del Gobierno socialista y que precedió a la victoria de Rajoy en las generales.
Precisamente para la campaña del 20-N aplicaron los socialistas la lección aprendida. En esa ocasión renunciaron a tratar de llenar grandes escenarios y se conformaron con auditorios modestos. Las excepciones fueron el velódromo de Dos Hermanas (Sevilla) -el reencuentro de Guerra y González movilizó a 20.000 personas- y el pabellón Fuente de San Luis de Valencia -10.000 fieles arroparon al PSOE-. Fuera de esos grandes eventos, el resto fueron modestos actos e incluso se innovó con la inclusión de micromítines como el realizado en un restaurante de Betanzos (A Coruña) ante 200 personas.
Siguiendo la nueva estrategia, en Zaragoza reservaron el pabellón »El huevo» -reuniendo a 5.500 personas- en lugar de la plaza de toros y en Gijón rehusaron ir al polideportivo donde 8.000 fieles arroparon a Zapatero en 2004 y 2008 para organizar un mitin en otro pabellón con la mitad de aforo.
La prudencia del equipo de campaña socialista no evitó, sin embargo, cosechar alguna decepción como la de Talavera de la Reina, donde lo que iba a ser un multitudinario acto con jóvenes se quedó en un mitin ante apenas 500 personas, de las cuales menos de la mitad se correspondían con la franja de edad buscada para el auditorio. En Baracaldo, donde en 2008 cientos de personas se quedaron sin poder entrar en el BEC -sede de la Feria de Muestras de Bilbao-, Rubalcaba no logró llenar.
Los micromítines y “mitines en ruta” fueron ya el centro de la campaña de las gallegas de 2012, donde Ferraz decidió apostar de manera definitiva por pequeños actos en pequeñas localidades para arañar votos y tratar de desalojar a Feijoo de la Xunta. El resultado, en cambio, fue poco halagüeño. El primero de esos eventos fue un sonoro »pinchazo», pues el PSdeG no logró llenar en Cerceda el auditorio de 200 personas elegido. La fórmula se repitió en Lugo, Ferrol, Coruña, Vigo… con Rubalcaba presente y con el candidato socialista, Pachi Vázquez, como primer espada pero nada pudo evitar que el barón del PP revalidara la mayoría absoluta.
Ahora, con los populares sufriendo el desgaste de la acción de Gobierno, el PSOE aspira a que las próximas europeas supongan un punto de inflexión y el inicio de un nuevo ciclo electoral. Para movilizar a los suyos apostará una vez más por microactos que puede que sean el futuro pero que hasta ahora no le han dado un gran resultado al partido.