La Agencia para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) ha llamado la atención sobre el daño que está causando en la población gazatí el cierre de la frontera entre Gaza e Israel impuesto por el movimiento islamista Hamás tras el asesinato de uno de sus líderes.
«Las autoridades de facto palestinas en Gaza están implantando nuevas restricciones de acceso, con el alegato de razones de seguridad, que tienen un impacto negativo en los sectores ya vulnerables de la Franja», asegura el organismo en un comunicado.
Este destaca que las limitaciones para salir de Gaza «afectan de manera particular a pacientes que necesitan tratamiento médico fuera, fundamentalmente en Jerusalén Este e Israel», y cifra en 79 los enfermos que no han podido acudir a sus citas hasta ahora.
Personal humanitario y diplomático, de organizaciones internacionales o comerciantes también han quedado inmovilizados por unas restricciones que se extienden a los pescadores, a los que no se permite faenar.
Los vetos a la libertad de movimiento se impusieron después de que el pasado viernes fuese asesinado un alto mando islamista, Mazen Fuqaha, en un ataque del que Hamás culpa a Israel y tras el que decretó el domingo y hasta nuevo aviso la clausura del paso en Beit Hanún (al norte), conocido como Arba-Arba y situado antes del de Erez, que da salida a Israel.
El lunes, Hamás dejó pasar a pacientes que requieren asistencia médica urgente y a familiares de palestinos que cumplen condenas en prisiones israelíes, y aseguró que la frontera quedaba abierta para mujeres de todas las edades y varones menores de 15 años y mayores de 45.
La ONU señaló que estas limitaciones «han reducido aún más el ya pequeño número de palestinos a los que se permitía salir a través de Erez por las restricciones de Israel», que mantiene un bloqueo por tierra, mar y aire en el enclave costero desde que en 2007 Hamás se hizo con el poder.
El bloqueo que se ha visto reforzado en los últimos años por Egipto, que abre tan solo de manera puntual el cruce de Rafah, en el sur del enclave.
En un contexto marcado por el empobrecimiento y la escasez de recursos, la OCHA alertó de diversos efectos que está generando la situación, como el parón en la implementación de algunos proyectos de saneamiento y canalización de aguas porque los responsables internacionales que los gestionan no pueden acceder a ellos.