Regalos, dietas, viajes y gastos difícilmente de justificar. Esta era la malla que cubría la burbuja financiera que vivía Caja Navarra. Una entidad que vendía a sus clientes transparencia y solidez, pero que tuvo que ser rescatada y ahora sólo existe como una parte de Caixa Bank.
¿Pero qué le paso a esta entidad para que en una década pasara de ser una de las entidades más sólidas a desaparecer? ¿Cómo pudo perder en 3 años 1.000 millones de euros? Esta son algunas de las preguntas que se plantean muchos ciudadanos que han visto cómo desaparecía su entidad, considerada por muchos insignia de la Comunidad Autónoma.
Las voces críticas de la entidad señalan que su condición de aforada, permitía más peso político en los altos cargos, como una de las principales causas. En el 2002, los dos principales partidos de la Comunidad, UPN y PSN eligieron a Enrique Goñi como presidente de la entidad. Desde ese momento, según muchos críticos, llegó la época de decadencia de la caja, escondida tras un espectáculo. Según fuentes conocedores de la caja consultadas por Teinteresa, este gestor llevó a cabo una política de expansión de la entidad que sobrepasaba los recursos de la misma. Llegó a montar una sede en Washington enfrente a la del Fondo Monetario Internacional y que fue inaugurada por el mismísimo duque de Palma, Iñaki Urdangarin en el año 2010. El evento se convirtió en un acontecimiento mediático al que asistió hasta el acalde de Washington. A pesar de contar con el aval político nunca llegó a tener la licencia para operar. Un gasto que pudo suponer a la CAN unos 500.000 euros al año según los más optimistas, otros, sin embargo, hablan de 3,2 millones de euros anuales.
La expansión internación y nacional se unió a la intervención en empresas privadas. La caja comenzó a entrar en demasiadas empresas y con demasiado dinero lo que desequilibró la balanza entre los recursos con los que contaba y los activos ponderados de los riesgos. A este peligroso cóctel se le sumo el contexto económico que provocó que la caja pasara de valer unos 1.300 millones en 2009 (1.264 millones) a unos 200 millones (258.174 millones) en el momento de su venta. A este dato se le suma que en 2001, la entidad contaba con un coeficiente de solvencia del 14,16% y en 2008 ya se hablaba de una solvencia del 8,09%, lo que supuso una bajada del 43%. Todos los datos hacían indicar que las cuentas de la caja no pasaban por unos de sus mejores momentos, aun así el remedio fue peor que la enfermedad.
Con el fin de despolitizar la caja e intentar buscar una gestión más profesional de la misma, “en 2010 se tomó la decisión en Caja Navarra de despolitizar los órganos de la entidad y sacar del Consejo de Administración a los cargos políticos. Una vez que los políticos estaban fuera se decidió crear una nueva entidad. Como ya no estaban en el Consejo, pero era bueno que los políticos hicieran una especie de seguimiento y control, se decidió crear la Junta de Entidades Fundadoras. Un órgano que legalmente no tenía responsabilidad a terceros y que contaba con once sillas. Nueve cargos de UPN y dos del PSN. Era un órgano deliberativo que no tenía capacidad ejecutiva y no podía tomar decisiones. Sin embargo, las personas que formaban parte de este órgano cobraban las dietas simplemente por escuchar y ser informados de cómo iba la caja”, explica el portavoz de Geroa Bai, Manu Ayerdi.
Las dietas y los regalos, la punta del iceberg
Si la mala gestión de la caja y los desaciertos a la hora de elegir las inversiones no fueron suficientes, llegó la nota de color: veinte helicópteros para ver el castillo francés Fontainebleau, regalos, un perfume corporativo y sillas de 3.000 euros. Durante el último proceso de expansión que vivió la entidad no se puso coto a los lujos y a las ideas.
Un ejemplo de ello fue Aromacan, un perfume corporativo que buscaba fidelizar a los clientes y que lo identificaran con la entidad. El encargado de poner olor al perfume fue el perfumista Darío Sirerol quien trabajó en la esencia un año. Creó una fragancia basada en la tierra húmeda, el olor a madera verde, árboles como el cedro y la flor mimosa. Una vez que las sucursales contaba con el olor adecuado, sólo faltaba amueblarla con buen gusto. Para ello se contó con mobiliario de diseño con sillas que rondaban entre los 2.500 y 3.000 euros cada una. Con ello se consiguió tener la imagen perfecta para la expansión de la entidad.
La CAN asumió grandes riesgos en su carrera por ser mayor, entró en procesos de costes muy grandes y utilizó la teoría de las economías de escala que acabaron por asfixiarla. Primero se integró al FAAF (Fondo de Adquisición de Activos Financieros) creado por el Gobierno central para apoyar las operaciones bancarias y ofrecer solvencia a los bancos. Luego se integró con Caja Canarias, Caja de Burgos y posteriormente con Caja Sol en Banca Cívica. En julio de 2011 salió a bolsa con Banca Cívica y en marzo de 2012, Caja Navarra anunció su absorción por Caixabank. Ahora de la entidad sólo queda su obra social y el recuerdo de una caja que reflejaba el orgullo navarro.