El mulá Abdul Salam, el jefe talibán que lideró la toma temporal en dos ocasiones de la ciudad norteña afgana de Kunduz, el mayor logro militar insurgente desde la invasión estadounidense en 2001, ha muerto en un bombardeo de Estados Unidos, informaron hoy fuentes oficiales afganas y los talibanes.
El mulá Salam, que ocupaba el cargo de «gobernador en la sombra» talibán para la provincia de Kunduz, murió a primera hora de la tarde de ayer en un bombardeo de un dron estadounidense en el distrito Dasht-e-Archi, de esa provincia septentrional.
El presidente afgano, Ashraf Gani, aseguró a través de un comunicado que el líder talibán «fue eliminado» junto a otros insurgentes y subrayó que ese es el mismo destino que le espera al resto de fuerzas antigubernamentales en Afganistán.
«El mensaje de nuestras fuerzas de seguridad a los insurgentes: nunca encontraréis una cueva segura en cualquier rincón del país donde esconderos», sentenció el presidente afgano.
El portavoz del gobernador de Kunduz, Sayed Mahmud Danish, anotó a Efe que, además del mulá Salam, en el bombardeo perecieron otros ochos responsables insurgentes.
«La muerte del mulá Salam tendrá un gran impacto negativo en las actividades talibanes, no solo en Kunduz, sino en todo el noreste», subrayó Mahmud.
Los talibanes confirmaron la muerte del «conquistador de Kunduz» en un bombardeo de las «tropas invasoras americanas» aunque aseguraron que su deceso no mermará el poder de los insurgentes en la región.
«No solo no debilitará a sus tropas, sino que cientos de jóvenes le seguirán por sus sacrificios en el campo de batalla», sentenció el portavoz de los talibanes, Zabihulah Muyahid, en un comunicado remitido a Efe.
Los talibanes tomaron Kunduz en septiembre de 2015, logrando permanecer dos días en ella, en un éxito sin precedentes desde que habían sido desalojados del poder con la invasión estadounidense en 2001.
Tras ser expulsados de esa ciudad clave del norte de Afganistán, los talibanes repitieron la hazaña poco más de un año después, para lo cual libraron entonces la batalla durante varios días.
Esas conquistas supusieron los mayores logros militares de los insurgentes en una guerra que ha ido aumentando su intensidad y violencia tras el final de la misión militar de la OTAN el 1 de enero de 2015.
En la actualidad, las autoridades afganas controlan el 57 % del país, según fuentes estadounidenses.