Monedero no ha podido ser el Alfonso Guerra de Podemos. Se ha convertido en un lastre para la formación antes de llegar a tocar poder. Lo ha sido por sus problemas con Hacienda, que manchó la marca impoluta de la formación y por su reacción iracunda, escasamente creíbler. Montoro no cae bien, a casi nadie, pero Monedero perdió una ocasión para demostrar que él era diferente (como él se ve). VIo conspiración y percibió que ni los suyos le apoyaban como él quería.
El hombre del dinero (si hablara…) se ha dado cuenta de que Pablo Iglesias
q uiere el poder, y que va a centrarse todo lo que sea necesario y pactar con el PSOE si con ello avanza. Monedero no estaba de acuerdo en hacer un partido al uso, algo que Errejón y Pablo Iglesias tienen más que claro. O le centro o la marginalidad. Podemos ha visto cómo Ciudadanos le ha comido ya un porcentaje de votos que le va a convertir en un partido bisagra más. El tiempo es un chorro de votos perdidos.Dice Monedero que seguirá creyendo en alguien tan grande como Pablo Iglesias al que sigue considerando amigo, lo mismo que Pablo que ha llegado a decir que el partido se le queda estrecho. Pero la política no sabe de amigos. ¿Se acuerdan del dos por uno de Felipe? Al final fue uno. Como ahora con Pablo y Monedero. Mucho dolor, mucha amistad… pero fuera.
Pablo Iglesias dirige el partido con mano de hierro y aunque vaya de poeta «Monedero es un intelectual que necesita volar», ha dicho del adiós de su número dos y lo ha dejado caer. Como el killer político que va a tener que ser si quiere sobrevivir en el mundo real de la política. Aunque Podemos agradezca el trabajo de Monedero, lo cierto es que muchos respiran aliviados. El primero Pablo, que tendrá que aguantar ser visto como todo lo que él renegaba.
Monedero abandona la dirección del partido dejando claro que existía una dualidad, que hay muchos que quieren entrevistarse con banqueros, que prefieren un minuto de televisión antes que hablar con esos círculos de los que tanto se ha presumido y que tan poco pintan ya. Ve un partido que prefiere el Juego de Tronos y el buen rollo con el Rey que a Galeano y la República. Que practica poco a poco el todo por la gente, pero sin la gente.
El partido que hablaba de la casta no le va a hacer ascos a pactar con ella, ha formado un comité ejecutivo duro y permite que a su líder le lleven en brazos para que los periodistas no puedan hacerle preguntas. Igual que cuando Pablo, tras dos entrevistas erradas, ya no iba a la televisión a pecho descubierto y señalaba los formatos en los que se sentía cómodo. Y aún no es presidente como quiere.
Monedero ha cometido errores y ha pagado por ello. Se ha mostrado como el radical que es (que Podemos fue) y no ha cambiado. Cree en el modelo venezolano y no le gusta que ahora todos se hayan vuelto socialdemócratas de repente. No le gusta que Podemos se haya convertido en un partido de casta. Y a Pablo no le ha gustado que Monedero no sea un hombre del partido (el modelo comunista sigue ahí, pétreas las filas). Así que el intelectual se ha ido antes de que le echen o quién sabe si después de verse arrinconado, solo. Ya se quejaba de que no había encontrado mucho consuelo entre los suyos.
Iglesias ya huye de la prensa sí, pero usará el adiós de Monedero para centrar su imagen, que está siendo arrasada por Rivera, más creíble, más preparado y más curtido (Catalunya marca mucho) y más gente de poder que no le mira con malos ojos como partido bisagra. Las fachadas duran lo que duran y lo que hay que aplaudir de la crónica de un adiós anunciado de Monedero es que no haya querido comulga con ruedas de molino. Eso le honra.