Fuentes oficiales han confirmado la muerte de otros 312 residentes de la localidad iraquí de Kocho, en el norte del país, donde Estado Islámico mató ayer a 80 yazidíes y secuestró a toda la población femenina tras concluir un ultimátum de cinco días para que se convirtieran al Islam, según ha informado la cadena británica Sky News.
Los asesinos condujeron a los 80 yazidíes a la casa del jeque tribal Ahmed Yasua, en la aldea de Kuyua junto a Sinyar, a 90 kilómetros de Mosul, y, cuando estos se negaron a abrazar el islam como les exigían los radicales, los ejecutaron, explicó el testigo y periodista local Kafah Mahmud al Sinyari.
Se trata de la segunda vez que los combatientes del EI asesinan de forma masiva a yazidíes por rechazar abjurar de su fe, después de la matanza de un grupo de 77 personas, entre ellas 33 mujeres y un niño, hace una semana.
La fuente explicó que los yihadistas insultaron y vejaron a las mujeres e hijos de los ejecutados, y después trasladaron a las familias (alrededor de 500 personas) a otro lugar a las afueras de Sinyar.
De etnia kurda, los orígenes de esta minoría religiosa preislámica que aúna elementos de las creencias monoteístas se remontan a varios siglos atrás.
Se calcula que unos 500.000 yazidíes viven en Irak, la mayoría en la provincia septentrional de Nínive, mientras que la diáspora se concentra principalmente en Alemania (50.000).
Por otro lado, un dirigente de la coalición nacional kurda, Guiaz al Sauaryi, informó de que la aviación estadounidense bombardeó esta madrugada varias posiciones del EI en el monte Ain al Safra y el pueblo de Nauran, y otros lugares cercanos a la presa de Mosul.
Los bombardeos se produjeron durante más de dos horas, aunque todavía se desconocen las bajas sufridas en las filas del EI.
El pasado 8 de agosto, las autoridades confirmaron que la presa de Mosul, la más importante del país, cayó en manos yihadistas tras la retirada de las tropas kurdas («peshmergas») que trataban de defenderla.
Mujeres vendidas como esclavas sexuales
Su crueldad se ceba con las mujeres, a las que venden como esclavas
EI está vendiendo a mujeres de la minoría yazidí como esclavas sexuales en todo Oriente Medio, tal como recogen fuentes locales. Estas mujeres, que proceden de las que se encuentran refugiadas en el monte Sinjar de Irak, están siendo trasladadas a burdeles de todo el área. El antiguo ISIS está llevando demasiado lejos su crueldad y cada día comete más ataques contra los derechos fundamentales de los seres humanos.
Según fuentes locales kurdas que cita el portal lo más terrible de todo es que los precios de venta por estas mujeres oscilan entre los 500 y los 43.000 dólares.
Al parecer, y según estas mismas fuentes, algunas de estas mujeres se han visto obligadas a casarse por la fuerza con miembros de EI. Mientras tanto la situación humanitaria se vuelve más complicada para los cerca de 40.000 yazidíes que se encuentran recluidos en el Monte Sinjar, pues la población civil se ve mermada día tras día.
Muertos de miedo
Escondidos y refugiados en un polvoriento y rudimentario campo del norte de Irak los yazidíes que pudiron huir de la ofensiva yihadista relatan angustiados el secuestro de miembros de sus familias, hombres, mujeres e incluso niños, a manos de los combatientes.
Amnistía Internacional, que ha estado investigando estos casos, afirma que miles de yazidíes fueron capturados por los yihadistas del Estado Islámico (EI) desde el inicio de su ofensiva el 3 de agosto contra las localidades norteñas de esta minoría kurdohablante.
Los secuestros tuvieron como blanco aquellos que rechazaron irse o simplemente no pudieron huir de sus pueblos cercanos al Monte Sinjar, tierra ancestral de los yazidíes iraquíes.
Según los refugiados, mujeres y niños se hallan detenidos en las prisiones de la provincia de Nínive, donde la fulgurante ofensiva de los combatientes sunitas fue lanzada en junio. Temen en cambio que los hombres hayan sido ejecutados.
Jodaida Jarda, un hombre de 60 años vestido con una túnica ligera color marrón, sandalias de plástico y un polvoriento turbante blanco, cita los nombres de los nueve miembros de su familia desaparecidos. Su voz tiembla: «Por favor, escriba los nombres. Mi hijo Haidar, de 26 años, está entre los desaparecidos».
Otros yazidíes, igualmente desconsolados, explican casos similares. «Mis dos primos y mis dos tíos fueron secuestrados», dice Jacqueline Ali, una estudiante de 17 años que se refugió en el campo de Bajid Kandala cerca del río Tigris, en la región autónoma del Kurdistán, en el norte de Irak.
Meciendo al bebé de su hermana, Ali habla en voz baja, mientras se empañan sus grandes ojos marrones. «Sus hermanas y madres tienen tanto miedo por ellos que desde que hemos llegado aquí no quieren comer», dice la muchacha.
El ataque yihadista obligó a los yazidíes a huir de sus hogares en la frontera con Siria. Los supervivientes buscaron refugio en el Monte Sinjar, donde fueron asediados durante días por los insurgentes, sin apenas comida ni agua.