Tres días después de que comenzase el escrutinio de la primera consulta ciudadana de Madrid, que terminó el pasado domingo, todo son incógnitas al respecto: se desconoce el tiempo que requerirá, el coste o los datos de participación.
No hay fecha para anunciar el resultado de una consulta en la que 2,7 millones de madrileños mayores de 16 años estaban llamados a decidir el nuevo diseño de Plaza de España, cuestiones relacionadas con los distritos y detalles sobre la remodelación de la Gran Vía, que se cerrará al tráfico en 2018 por decisión del Ejecutivo local.
Las previsiones de que el resultado se desvelase el martes, quedaron viejas el primer día y este miércoles el delegado del área de Participación Ciudadana, Pablo Soto, señala que posiblemente el escrutinio no finalice esta semana.
El Ayuntamiento está «desbordado» por una alta participación que todavía no cifra y de la que sólo se conocen los 130.000 votos por correo, un desborde comprobable en el Matadero, donde en una sala diferente a la inicial -se localizó primero en la Nave de Terneras y ahora se realiza en Cineteca- arrancaba este miércoles la tercera jornada de escrutinio con hora y media de retraso y visible desorden.
Antes de comenzar, desde el Consistorio se han disculpado por una demora que ha ayudado a llenar las mesas con voluntarios, pues sólo una treintena ha llegado a la hora. «Hemos hecho una mudanza», explicaban.
Escrutar el voto postal es un «proceso muy laborioso», en palabras de Soto, presente en un escrutinio que se divide en dos fases y que ha provocado numerosas dudas a los voluntarios, muchos con la mano alzada para tratar de resolverlas. Dos mujeres que repiten como colaborados explican que, pese a la dificultad inicial, se termina entendiendo.
Cuatro cajas llenan las mesas de las primeras líneas de voluntarios, que agrupados en parejas comprueban el DNI de cada envío en una tableta y los dividen en «no válidos», «reformulados» (en caso de votación repetida el voto postal se anula), «identificación del voto» (con datos de los envíos) y «papeletas para el recuento», que escrutan una segunda remesa de voluntarios.
Un galimatías de difícil comprensión al que se suma que algunas urnas se han escrutado en los distritos y que no hay observadores externos reglamentados, aunque Soto defiende que el trabajo de chequeo se extiende a «toda ciudadanía» que puede acudir a Matadero y ver y revisar cada acta.
Actas que se digitalizan y se archivan en un cuarto custodiado por funcionarios y Policía ante posibles impugnaciones, cuyo mecanismo también es un misterio.
El Ayuntamiento pidió el martes a los inscritos en Decide Madrid que colaborasen en el recuento, al que también se ha animado a acudir a trabajadores y becarios. Sin embargo, Soto no detecta que por ahora descienda el número de voluntarios, cincuenta por las mañanas y más de cien por las tardes. «Precisamente hacemos el llamamiento para que eso no ocurra», subraya.
Enviar 2,7 millones de papeletas por correo, las aplicaciones informáticas o la campaña municipal de publicidad que ha llenado las calles, autobuses o medios de mensajes animando al voto componen la factura de la primera consulta ciudadana en Madrid.
Un interrogante más que el Ayuntamiento no desvelará hasta el también desconocido fin del proceso y que ya ha despertado las críticas de la oposición municipal de PP y Ciudadanos.