Diga lo que diga el PSOE, Alfredo Perez Rubalcaba es el pasado. Entroncado directamente con Felipe Gonzalez, supo sobrevivir al Zapaterismo, adaptándose a a él y, luego separándose como candidato, pero sin romper amarras. Mientras, el Ex-ministro del Interior fue construyendo una red de intereses que le ha valido su elección como Primer Secretario del socialismo español. En realidad nunca pensó en ganar las elecciones generales, que sabía perdidas de antemano. Su apuesta fue ganar las elecciones internas del partido.
Un PSOE dividido: radicales versus reformistas
La votación de su elección ha arrojado una división en el socialismo español, prácticamente al 50%. Una mitad fiel al Zapaterismo, de tendencia radical; son los votantes de Carme Chacón. La otra mitad socialdemócrata clásica es la que reunió Rubalcaba. La primera reivindica los llamados avances progresistas. La segunda se apunta a la tradición reformista de los primeros Gobiernos socialistas. Los reformistas tendrían el aval europeo y el apoyo empresarial. Los radicales estarían marginados en la UE pero con gran apoyo sindical y de grupos sociales progresistas.
Lo que pasa es que Rubalcaba también sabe esto y va a intentar contentar a todos. Lo ha dicho en sus discursos: seré el Secretario General de todo el partido. Pero lo tiene difícil, no va a poder entregar el 48% de los puestos de la ejecutiva a sus oponentes, como pedía Chacón, que no entrará en ella. Eso reduce sus apoyos naturales, sin atraerle los que no le han votado.
El nuevo Secretario General está en una posición centrada que se puede sostener en el Gobierno, pero que es mortal en la oposición. Izquierda Unida tratará de morderle electorado por su ala radical, como hizo en las elecciones del 20N y lo conseguirá. Mientras los reformistas no conseguirán captar desencantados de los que votaron al PP, porque aún no da tiempo. Por tanto el 25 de marzo los resultados pueden ser catastróficos.
Andalucía y Asturias demasiado cercanas
Las elecciones andaluzas y asturianas están demasiado cercanas para que la nueva dirección del PSOE pueda girar su discurso ¿Qué pasará si acumula otra derrota? Sin poder es difícil manejar un partido con tantos barones y militancia con falta de actividad externa.
Con pocos puestos que repartir las bases y, sobre todo, los mandos intermedios, se dedicaran a las confrontaciones internas. Es el único campo que les queda para el juego político. Eso dará inestabilidad al partido. Los gritos de unidad del 38 Congreso serán una voz clamando en el desierto. Rubalcaba perderá sus fuerzas defendiendo la fortaleza de sus propios moradores. Si no, al tiempo.
Peor hubiera sido Chacon
Lo curioso es que la alternativa hubiera sido peor. Un PSOE dominado por el ala radical, desprestigiado el Zapaterismo, hubiera basculado hacia la posición ideológica actual de IU. Entonces dejaría el ala derecha de su apoyo social al PP.
Es decir planteada la lucha entre el Zapaterismo declinante y el reformismo dubitativo la elección se presentaba entre lo malo y lo peor.
Ya lo dice el refrán griego: los Dioses ciegan a los que quieren perder.