Pi se pone en la mente de Rajoy para realizar el siguiente razonamiento: «Es lógico pensar que los nacionalistas catalanes no van a proclamar el Estado catalán (cosa que ya ha sucedido dos veces en el pasado). Por tanto, si mantiene un cierto afecto con los nacionalistas, todo irá mejor. En este sentido Rajoy es un pragmático de mucho sentido común«.
Por su parte, Zarzalejos establece varios niveles de comprensión en la política que está llevado Rajoy con los nacionalistas vascos y catalanes: «En primer lugar hay una cuestión de estética. Se busca difuminar las aspectos impositivos de una mayoría absoluta logrando que le secunde CIU».
«En segundo lugar», continúa Zarzalejos, «tanto CIU como el PNV comparten con el PP una visión similar del modelo socio-económico. Rajoy busca fortalecer esa afinidad y diluir la cuestión nacionalista. No es una mala estrategia«.
Desde luego, el nacionalismo afronta un horizonte dificil: a su inviabilidad económica -cada día más explícita-, se suma la propia estructura de la Unión Europea, en la que hay poca cabida para los procesos de secesión. ¿Porqué el PNV y CIU iban a dejar que el PP, el partido españolista por antonomasia, les haga el abrazo del oso?
«Los nacionalistas vascos ya tienen su concierto económico», responde Zarzalejos, «y el Plan Ibarretxe no volverá. Los nacionalistas catalanes han visto cómo el constitucional liquidaba al Estatut. Ahora están con el pacto fiscal. Ya veremos en qué acaba todo eso. Creo que la cuestión del nacionalismo, en España, se basa en unos elementos identitarios y ligüsticos, en sistemas institucionales particulares y en una diferente estructura de producción. Sobre este trípode, el nacionalismo podrá mantenerse, pero ya no logra mayorías absolutas. Necesitan compañeros de viaje. En el pasado, este compañero fue el PSOE, pero los socialistas se han hundido. Ahora necesitan un nuevo compañero de baile, y este compañero es el PP, que aglutina a ese centro derecha emergente que puede garantizar un sistema de equilibrios«.