“Intransigencia, intolerancia y beligerancia”. Con estas palabras ha definido este martes el presidente dela Generalitat, Artur Mas, las ultimas declaraciones de Jose María Aznar sobre Catalunya y sus aspiraciones democráticas.
Y es que cuando el expresidente del Gobierno toma la palabra no deja a nadie indiferente. El Catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra, Ferran Requejo, señala que las declaraciones de Aznar sobre Catalunya están en el guion del expresidente y en el de la fundación del PP, FAES. “Aznar revigoriza el nacionalismo español que impronta con el franquismo y como reacción genera subidas en posiciones más radicales en el nacionalismo vasco y catalán. En su segunda legislatura, Aznar fue una gran fábrica de independentistas en Catalunya así como el Tribunal Constitucional español por su sentencia del Estatut en 2010. Esto es una cosa racional porque desde Catalunya molesta que haya un cierto menosprecio hacia lo que son realidades nacionales que no tiene aún su propio estado. Por esos se generan independentistas para poder hacer un estado ya que el mensaje que les llega es que si no tienes estado te vamos a tratar mal. Esto genera independentismo por reacción”.
Para este experto, la ofensiva de ahora de Aznar obedece a que hay movimientos estratégicos para las próximas elecciones que son las europeas de mayo de 2014. “El sector más tradicional y derechista quiere poner en los cargos públicos a los suyos y por ello ha comenzado con este grupo de presión”, destaca Ferran Requejo.
El Catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra señala que las palabras de Aznar son diferentes a las de Mariano Rajoy aunque “el fondo es el mismo. Por ejemplo, no hay ningún indicador que muestre que el Ejecutivo vaya a ofrecer un modelo distinto de financiación del que tenemos ahora. Ni se van a mover lo más mínimo. Las palabras de Aznar han sido una advertencia para que no pasen la línea, para que no sean débiles”.
Para Requejo, las acciones de Rajoy están en línea de la segunda legislatura de Aznar. “Hay un discurso nacionalista centralizado en servicios, hace la ley de educación con una fuerza que ni tan siquiera tenía el propio Aznar y centraliza la política lingüística. Lo que cambian son las formas pero el fondo es el mismo. El discurso y las formas son más moderados, pero en definitiva es la misma línea política”, concluye.