Un Aznar visiblemente emocionado que asegura no haberse alejado nunca del PP ha abierto la convención nacional de los populares en Madrid, pistoletazo de salida a todas las batallas electorales que se avecinan a lo largo de 2015.
De fondo, en el recuerdo se encontraba la memoria de Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA hace justo 20 años cuando era el candidato del PP a la alcaldía de San Sebastián, consistorio del que era Teniente de alcalde. «No le mataron porque sí, sino porque era el mejor», ha recordado José María Aznar, usando una frase muy similar a la que ya pronunciaran la presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre -«fue el mejor político que ha tenido el PP»- y María San Gil, quien dijo que «le mataron porque era único». San Gil era su secretaria y testigo del asesinato a su compañero de filas por la banda terrorista. Ahora se encuentra desvinculada del partido.
Gregorio Ordóñez comía en un bar de la Parte Vieja donostiarra con varios de sus colaboradores un 23 de enero de 1995 cuando fue víctima de un atentado con el que ETA quiso silenciar una voz cuyos ecos resuenan, dos décadas después, en la memoria de quienes lo conocieron y siguieron.
Además de la política local, Gregorio Ordóñez era diputado en el Parlamento vasco en un momento en el que practicar política en el País Vasco costó la vida a varios representantes públicos.
Pero lejos de silenciar los valores que defendía como nadie, una cantera de jóvenes políticos de su entorno decidieron dar un paso al frente arrastrados por su carisma, y por su entorno más próximo, crudamente enfrentado hoy a un Partido Popular al que acusan de traicionar la herencia de Gregorio Ordóñez.
En el PP, el asesinato de Ordóñez sirvió de acicate a una quinta de jóvenes enrolados en sus filas, que dieron el paso de engrosar las listas municipales cuatro meses después del atentado. Antonio Basagoiti, Borja Sémper, Iñaki Oyarzábal y Ramón Gómez fueron algunos de aquellos jóvenes que se comprometieron con el PP por encima de la prudencia y el terror y sobre los que posteriormente recayó la responsabilidad de dirigir el partido. También María San Gil o Arantza Quiroga, actual presidenta de los populares vascos.
También dio el paso Miguel Ángel Blanco, que da nombre a esa generación. El concejal de ermua fue el segundo edil del PP vasco asesinado por ETA, en julio de 1997, en una acción con la que la organización terrorista extendió su amenaza a todos los representantes municipales de la formación popular.
El asesinato de Ordóñez causó una profunda convulsión también en la izquierda abertzale, algunos de cuyos referentes, como Patxi Zabaleta y Julen Madariaga, se desmarcaron con claridad de ETA.