«En primer lugar hay que entender que debatir en público implica riesgos. Y para un político en periodo electoral, esto también implica asumir serios riesgos políticos. El político que no debate suele decir que quiere hacerlo en unas condiciones de igualdad que, en la práctica, luego no se dan.
Además, en el caso de Arenas, como parte con las elecciones andaluzas ya ganadas, cuanto menos haga, menos posibilidades tendrá de equivocarse. Y a ello hay que añadir el hecho de que el PP no quiere exponer a su candidato andaluz a las críticas que pueden caerle por las decisiones que está tomando el Gobierno central. El PSOE, por su parte, no tiene nada que perder. Todo lo que le queda por hacer a los socialistas es intentar arañar puntos como sea para mejorar su difícil situación de partida.
En términos generales, los políticos que quieren debatir son los que lo tienen todo perdido antes de empezar la campaña, y los que no quieren debatir son los que a priori lo tienen todo ganado y, por ello, no quieren exponerse a perder votos por una frase mal dicha.
Lo que también se observa es que en España no hay una cultura política del debate. Un político tendría que aceptar a exponerse con quien fuera y donde fuera. Con independencia de los partidos concretos, nuestra clase política está por debajo de la de otros países en cuanto a preparación y capacidad de aceptación de la crítica en público«.
– Armand Muniesa Cardona es consultor político en Strategic.