La saga ‘Rec 4’ llega a su final. El director de »REC», Jaume Balagueró, ha decidido poner punto y final a esta serie de películas que comenzó como un juego, pero que se despide a lo grande. El miedo y la angustia acompañar a los espectadores hasta el final. “Tras siete años queríamos terminar toda esta andadura y lo hacemos con la emoción de cerrar un ciclo y con la nostalgia de ver que esa aventura termina. Pero termina esta aventura para que empiecen otras, y empezarán», ha señalado Balagueró.
La cuarta parte retoma lo que sucedió en ‘Rec 2’. La reportera Ángela Vidal (Manuela Velasco) es la única superviviente de la terrible infección y es evacuada del edificio y, cuando por fin la situación parece estar controlada, el caos vuelve a desatarse y la semilla del mal renace adoptando nuevas y terribles formas. Cabe recordar, que Velasco no aparece en ‘REC 3’.
Balagueró señala que uno de los desafíos de esta película era «hacer un final». «Cada una de las anteriores películas acortaba de forma independiente ciertas cosas y nunca nos basábamos en un universo preconcebido al que hubiera que adaptarlo», ha explicado.
‘Rec 4’ sorprende porque no tiene nada que ver con las tres anteriores películas. “Mi principal reto era que la película funcionara, unir todas mis ideas y sobre todo que no se pareciera a las otras manteniendo el espíritu de Rec. Tenía que reinventar las claves, ser una película de aventuras, acción, de supervivencia, de horror. Todo eso metido en un cóctel y hacer un gran fin de fiesta para terminar y decir adiós», apunta.
«Una de las cosas más valiosas es que cada película sorprende porque es otra cosa. Nunca nos gustó la idea de repetir el mismo esquema, no era atractivo para nosotros, pensamos que lo bonito era que cada nueva entrega fuera una reinvención y propusiese un tipo entretenimiento diferente», señala Balagueró.
Un rodaje muy complicado para el reparto
El rodaje de »REC 4» tuvo lugar en un barco real, un proceso que fue «complicado», en palabras de su director, porque «los espacios son muy poco apropiados para rodar, muy angostos, reducidos incluso peligrosos, con escaleras oxidadas y pasillos con los techos muy bajos«.
«Para todo un equipo moviéndose era muy complicado y la cámara estaba muy limitada y aún así había que hacer cosas que el ritmo trepidante de la película exigía», ha explicado Balagueró, quien cuenta que por este motivo rodaron un 20 por ciento de la película en plató, donde se recrearon estos espacios para hacer cosas que allí era imposible conseguir.
En esta línea, Manuela Velasco, protagonista de las dos primeras entregas y del cierre de esta historia, ha afirmado que el rodaje ha sido «asfixiante, angustiante, doloroso, duro y pesado». «No solo tenías que enfrentarte con dificultades de guion, sino con las dificultades que era el lugar que era todas las que te pudieras imaginar», ha señalado.
Como espectadora, Velasco destaca que una de las aportaciones que ha hecho la saga ha sido el personaje de la Niña Medeiros, «una criatura que se ha convertido en un icono del cine de terror» y uno de los personajes «más terroríficos» que además es «reconocible». «No es un muerto viviente o un vampiro, es una criatura que no se sabe muy bien lo que es y que quizás es más terrorífica porque es un humano», apunta.