El artista Daniel Canogar estrena hoy una instalación artística que aúna disciplinas visuales y acústicas y en la que, además de homenajear al cine y al DVD como soporte, alerta sobre el peligro de lo efímero, porque «perder la memoria es perder la identidad».
Así lo ha señalado Canogar en conferencia de prensa en el Museo de la Universidad de Navarra, donde esta tarde se inaugurará su instalación «Sikka Ingentium», formada por 2.400 DVD de películas instalados en una pieza de 18 metros de largo, sobre las que se van proyectando planos del contenido de esos filmes, cuyos colores en movimiento a su vez se reflejan por toda la sala.
La experiencia «emocional y sensorial», que deja al espectador en medio de los espejos y sus reflejos, se completa con una composición sonora, realizada por Alexander MacSween, basada en fragmentos de la banda sonora de las propias películas, y que ha trabajado en 14 pistas individuales de sonido.
La coordinación de todo ello da como resultado una «espectacular arquitectura tecnológica», obra del ingeniero artístico Diego Mellado, que ha sincronizado «miles y miles y miles de fragmentos de cine» que cinco proyectores van lanzando contra la superficie brillante de los 2.400 DVD.
El vídeo final supera los 30 minutos de proyección, una experiencia que estará abierta desde hoy y hasta el 15 de septiembre en el Museo de la Universidad de Navarra.
Canogar (Madrid, 1964) ha considerado un «lujo» haber podido «hacer realidad un sueño», ya que se trata de un proyecto que comenzó a fraguarse hace tres años y ha supuesto la compra uno a uno de los DVD que suponen la columna vertebral de la obra, adquiridos todos en mercadillos o tiendas de segunda mano, a precios de saldo por tener este formato sus días contados.
No deja de ser un «rescate» de obras que abarcan todos los géneros y pertenecen a toda la industria cinematográfica mundial (Desde Hollywood al cine europeo, especialmente español, pasando por el Bollywood indio, el Nollywood nigeriano, o el género asiático de las artes marciales).
Esa búsqueda y recuperación de películas destinadas a desaparecer enlaza con una «preocupación importante» que subyace en toda la obra de Canogar, «el miedo a perder la memoria, a no recordar de dónde venimos. De ahí mi afán de rescate», ha señalado el autor.
Así, la instalación es «un homenaje a un medio -el DVD- que significó un momento histórico muy concreto, al fenómeno de los videoclubs. Es un homenaje a una memoria colectiva, a la pasión por el cine que todos tenemos».
Ese lenguaje se está transformando con las tecnologías digitales, de forma que el «momento solemne» que hace años suponía tomar una fotografía, encargar su revelado y colocar las copias en un álbum, hoy no existe por el «exceso» de imágenes y la facilidad para tomarlas y reproducir una realidad que después no se guarda y se hace «efímera», ha alertado el artista.
«Perder la memoria es perder nuestra identidad», pues «somos lo que recordamos», ha subrayado el artista pese a considerar que no es una persona «puramente nostálgica».
Sobre la obra de «ingente» trabajo que hoy inaugurará, ha reconocido que se enfrenta a un «momento difícil» de cerrarla y «entregarla al público», aunque «ahora empieza la fase de observar como los demás reaccionar» a ella.
Preguntado sobre si está cerrada o si hubiera continuado trabajando en ella, ha reconocido que un proyecto de este tipo nunca acaba, de forma que si después de Pamplona se instala en otro lugar «quizá haya una evolución o cambio», pero «llega un momento en el que el artista debe soltarla».