En declaraciones al programa »Hoy por Hoy» de la Cadena Ser recogidas por Europa Press, el responsable del Museo Reina Sofía ha destacado el perfil del artista catalán, quien también fue un «gran intelectual» y cuya «memoria personal» es «imprescindible para entender lo que ha ocurrido durante los años 40 y 50».
Asimismo, Borja-Villel ha subrayado el afán coleccionista del artista, quien también fue un gran «bibliófilo» y que creó la fundación que lleva su nombre, no sólo para albergar su obra, sino también para dar cabida a aquellos artistas con «propuestas poéticas diferentes» a las de Tápies.
Desde su fundación en 1990 y hasta 1998, Manuel Borja-Villel ha dirigido la Fundación Tàpies en Barcelona. «Su vida tuvo un carácter casi renacentista», ha explicado el director del Reina Sofía.
En esta misma línea, Borja-Villel considera al artista como un «mago de feria» que hace «magia de un modo humilde», ya que «todos sabemos que está creando un truco y nos dejamos engañar», ha alegado el director del Reina Sofía, para quien Tápies fue una persona seria y entrañable, pero también «culto y muy divertido».
«Sus pinturas reflejaban a la vez la materia de la forma y la forma de la materia, sin que ello signifique la anulación de su diferencia como pretendía la modernidad. Su obra mantenía una ambigüedad estructural que dificulta su absorción por un sistema que necesita de lo normativo y comodificable», explica el responsable del Reina Sofía en un artículo publicado este martes en el diario »El País».
«A caballo entre lo objetual, lo pictórico y la escritura, sus lienzos tienen algo de escultórico o táctil y hacen evidentes las reglas de la pintura huyendo de cualquier tipo de idealismo», señala Manuel Borja-Villel