El Teatro Real, en la plaza de Isabel II, y la Zarzuela, en la calle Jovellanos, suman un aforo de casi 3.000 localidades, a dos kilómetros de distancia uno del otro, con 200 y 162 años, respectivamente, de una historia común marcada por la Guerra Civil y sucesos como incendios y estallidos de polvorines.
El Real tiene 1.746 localidades y la Zarzuela 1.246; el primero celebra su bicentenario y el segundo se levantó en 1856; el más antiguo cuenta con un presupuesto de 55 millones -25% aportado por las administraciones públicas- y el otro de 19 millones, todos del erario público.
En la Zarzuela trabajan en la actualidad 10 funcionarios, 198 empleados «laborales fijos» y 74 «temporales», mientras que el personal del Real, en torno a los 290, es personal público estatal.
El recinto lírico de la calle Jovellanos nació del impulso de compositores como Francisco Asenjo Barbieri, Joaquín Gaztambide y Rafael Hernando, que habían constituido la Sociedad Artístico Musical y querían ofrecer sus creaciones en un local «moderno y confortable».
En 1856, los arquitectos Jerónimo de la Gándara y José María Guallart y Sánchez construyeron una sala, en forma de herradura con tres órdenes de palco, para la ya popular zarzuela. El primer y único recinto en el mundo dedicado a ese género se inauguró el 10 de octubre de ese año, el día del cumpleaños de Isabel II.
Un incendio destruyó en 1909 todo el recinto y no volvió a abrir hasta 1913, ya con palcos en los laterales y estructura de metal, obra del arquitecto Cesáreo Iradier.
La actividad del teatro decayó notablemente a partir de la Guerra Civil y en 1956 fue adquirido, gestionado y reformado -escaleras, decoración y fachada- por la Sociedad General de Autores.
A partir de 1984 el ministerio de Cultura, a través del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), se constituyó como propietario absoluto del edificio, en el que, a falta de un teatro de ópera -el Real estaba cerrado- y un auditorio se programaban todo tipo de espectáculos y conciertos.
En 1998, después de las últimas reformas realizadas en el edificio y tras la reapertura del Real, el recinto recuperó su destino original, es decir dedicación plena a la lírica española
La primera piedra del Teatro Real se colocó el 23 de abril de 1818 en el mismo solar en el que, hasta hacía un año había estado el Real Teatro de los Caños del Peral.
Las obras, encomendadas en un principio al arquitecto Antonio López Aguado, no terminaron hasta 1850, 33 años después de su inicio, durante los que fue sede del Congreso de los Diputados (1841).
Desde el 19 de noviembre de 1850 y durante los 75 años siguientes, el Real fue uno de los principales teatros europeos, que, tras la revolución de 1868 y el exilio de Isabel II, pasó a llamarse Teatro Nacional de la Ópera.
En octubre de 1925, un hundimiento provocó el cierre provisional del teatro y el inicio de unas obras de reconstrucción que se prolongaran 41 años, sin lograr su reapertura.
La Guerra Civil, con el estallido de un polvorín instalado dentro del edificio, y las dificultades de la posguerra dejaron el edificio sin actividad.
En 1966 se reabrió como auditorio y sede del Real Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático. El 13 de octubre de 1988 se celebró el último concierto antes de cerrarlo para rehabilitarlo como teatro de ópera.
Las obras, encargadas a José Manuel González Valcárcel, se iniciaron en enero de 1991 y reabrió el 11 de octubre de 1997.