Este álbum sirve de continuación a su anterior »Voy a intentar olvidarlo todo». De hecho han repetido en los estudios FJ Romero de Granada e igualmente Enrique B-jeta y Salinas han sumado fuerzas en las tareas de producción.
Se trata de una colección de nueve canciones no meramente continuistas a pesar de que Alondra Galopa siga destilando esos aromas ochenteros a medio camino entre el after punk y el post rock.
Ahora el ruidismo suma puntos dentro de una elegancia sonora única dentro del panorama musical en base a canciones delicadas que, a lo largo de su minutaje, acaban doliendo. Duelen también en sus textos, pildorazos de una realidad altamente onírica a la par que épica.