«La corrupción atenaza a personas, comunidades y naciones. Debilita la educación y la salud, socava los procesos electorales y refuerza las injusticias al viciar los sistemas de justicia penal y el estado de derecho», ha lamentado Guterres en un comunicado.
«También desvía recursos nacionales y extranjeros, con lo que da al traste con el desarrollo económico y social y acentúa la pobreza. La corrupción perjudica a todos, pero los pobres y los vulnerables son quienes más sufren sus consecuencias», ha añadido.
Guterres recuerda que es una práctica tan extendida que «ningún país está a salvo de ella, y todos los países tienen la responsabilidad de ponerle fin».
El secretario general recuerda que uno de los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, el número 16, «insta a reducir considerablemente la corrupción y el soborno y a crear a todos los niveles instituciones eficaces y transparentes que rindan cuentas».
La Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, apoyándose en su mecanismo de revisión por pares, «está impulsando la honradez, la transparencia y la rendición de cuentas en la gobernanza, pero hay que hacer mucho más», ha apostillado.
Así, en este día, Guterres invita a la sociedad a «reafirmar nuestra determinación de acabar con el engaño y la falta de honradez que amenazan la Agenda 2030 y de buscar la paz y la prosperidad para todos en un planeta sano».