Cuatro años y miles de muertos después, las calles de Egipto y la plaza Tahir ya no acogen a millones de personas que piden a gritos “pan, justicia y libertad”, pero las reivindicaciones de los manifestantes que en 2011 se levantaron contra Hosni Mubarak, siguen sin encontrar repuesta.
El 25 de enero de 2011 marca el inicio de 18 días de masivas manifestaciones que obligaron a Mubarak a dimitir el 11 de febrero. Al Sisi, elegido en mayo pasado con más del 90 por ciento de los votos tras haber depuesto a Mursi en julio de 2013, tiene el apoyo de gran parte de la opinión pública, harta de cuatro años de inestabilidad política y de crisis económica.
No obstante el actual presidente, Al Sisi, es acusado de haber instaurado un régimen aún más autoritario que el de su predecesor Mubarak, y de reprimir cualquier tipo de oposición ya sea laica o islamista. Tras la destitución de Mursi en 2013, soldados y policías iniciaron un nuevo periodo de brutal represión que culminó con la muerte de 1.400 manifestantes islamistas y la detención de 15.000 personas. Una represión y brutalidad que ha sido denunciada por la ONU.
“Cuatro años después, libramos una batalla aún más difícil contra un régimen todavía más violento», señala Amar Motawee, un joven miembro de la cofradía de Mursi, cuya hermana estuvo tres meses detenida. Los Hermanos Musulmanes, que ganaron todas las elecciones entre 2011 y la caída de Mursi, fueron declarados «organización terrorista» en diciembre de 2013 por el gobierno.
El presidente al Sisi niega una vuelta a un régimen autoritario. Después del abandono de los cargos contra Mubarak, aseguró que el país se dirigía «hacia el establecimiento de un Estado democrático y moderno, basado en la justicia, la igualdad y la lucha contra la corrupción». Sin embargo, «nada ha cambiado», protesta Elaimy. «La gestión del país sigue siendo la misma, marcada por el autoritarismo, la corrupción y la restricción de las libertades«.
El plano económico sigue siendo una de las principales preocupación de los egipcios. Pobreza, desempleo y descenso del turismo preocupan a los ciudadanos. En términos comparativos, el desempleo ha aumento casi cinco puntos en los últimos cuatro años. Si en el último trimestre de 2010 se situaba en 8,9 por ciento, en 2013, ha ascendido hasta situarse en el 13,1 por ciento.
La pobreza golpea a familias enteras. Al menos el 26 por ciento vive bajo el umbral pobreza, según un informe de la ONU. El país árabe es el decimoquinto país más densamente poblado del mundo y en los últimos trece años ha aumentado su inseguridad alimentaria, según el informe de mayo de 2013. Otro de los sectores afectados por la inestabilidad política es el turístico que vive su peor crisis desde 1997.
Desde el derrocamiento de Mursi, las monarquías del Golfo han sido las más que han ayudado a Egipto para superar su grave crisis económica y se calcula que le han prometido unos 20.000 millones de dólares. Aunque, por otro lado, Egipto interrumpió las negociaciones para obtener un préstamo de 4.800 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), una iniciativa que había intentado impulsar el gobierno de Mursi.
Así, las previsiones más optimistas del gobierno egipcio apuntan a un cambio de comportamiento en la economía egipcia ya que calcula un crecimiento del cuatro por ciento en 2014-15, impulsado por el aumento de la confianza y el descenso del precio del petróleo.