El ‘Sí’ a la ampliación de las competencias del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, esta consiguiendo el triunfo provisional en el referéndum celebrado este domingo en todo el país, según los primeros datos oficiales.
Con un 94,35 por ciento de los votos ya escrutados, el ‘Sí’ obtiene un 52,16 por ciento de apoyo, frente a un 47,84 de la opción del ‘No’, defendida por los partidos de la oposición, según los resultados publicados por la agencia de noticias turca Anatolia.
El ‘Sí’ se ha impuesto principalmente en el interior de la península de Anatolia, mientras que el ‘No’ ha sido la opción más votada en la costa mediterránea y en el sureste de Turquía de mayoría kurda.
En Estambul, la ciudad más poblada del país, con 14,8 millones de habitantes, con el 96,57 por ciento del recuento el ‘No’ ha ganado con un estrecho 50,74 por ciento frente al 49,26 del ‘Sí’.
Convertido en un plebiscito sobre la identidad nacional
El referéndum de Turquía, que decidía sobre si reemplazar el actual sistema parlamentario por uno presidencialista, se ha convertido en un plebiscito sobre la identidad de la nación, con los partidarios del presidente islamista, Recep Tayyip Erdogan, en un bando y los laicos, en el otro.
El punto esencial de la reforma, que consta de 18 enmiendas a la Carta Magna, prevé abolir el puesto del primer ministro, jefe del Gobierno, y entregar todo el poder ejecutivo al presidente.
Erdogan y el partido que fundó en 2001, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), defienden este cambio como esencial para evitar negociaciones de coalición y gobiernos frágiles en el caso de que no haya mayorías absolutas, una situación frecuente en Turquía.
Pero no es tanto el aspecto técnico lo que parece preocupar hoy a los votantes, sino la personalidad del jefe de Estado y su discurso encendido a favor del islam como identidad de Turquía y contra ‘Occidente’, y especialmente contra la Unión Europea, relegada a enemigo de la nación en los últimos meses.
«He votado ‘sí’, porque hay que cambiar el sistema. Hemos estado mucho tiempo cercanos a Europa y no ha sido beneficioso. Con la reforma seremos adversarios de Europa y más fuertes», opina Ali, un padre de familia de 30 años.
«He votado ‘no’, porque hay que proteger el sistema laico. No me gusta nada el AKP, incluso diría que lo odio», asegura una mujer en la cuarentena.
Ninguna de las 18 enmiendas toca asuntos religiosos, pero es obvia la apuesta de Erdogan por cimentar la religión como base de la nación y destacar la presencia del velo islamista en la vida pública como uno de sus grandes logros.
«He votado ‘no’, por supuesto», dice una señora de más de 60 años. «No quiero ponerme velo», agrega, rozando sus canas con los dedos.
El voto es una cuestión emocional para muchos: «Voté ‘sí’, porque amo a Recep Tayyip Erdogan», dice un hombre en la cuarentena. «Mi mujer ha votado ‘no'», agrega, con una sonrisa.
La afluencia a las urnas varía según el barrio y la hora, pero hay cierto fervor para cumplir con el «deber ciudadano», algo habitual en Turquía, donde la participación casi siempre alcanza o supera el 80 por ciento.
La Turquía de Erdogan
Erdogan, el gran impulsor de la reforma, sostiene que el modelo presidencialista acelerará el desarrollo del país y equipara el cambio con lograr los objetivos de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la moderna república laica.
«Con este cambio nuestro pueblo decidirá por un salto en su desarrollo. Tenemos que hacer una elección inusual para lograr el objetivo de Mustafa Kemal Ataturk de alcanzar a las civilizaciones contemporáneas», asegura el político islamista.