El virus del ébola ha traspasado por primera vez las fronteras africanas y ha llegado a Occidente. Varios europeos y estadounidenses se han visto envueltos por la enfermedad mortal mientras ejercían de misioneros en África otras tratas a repatriados, como es el caso de la española Teresa Romero y la enfermera estadounidense Nina Pham.
La primera repatriación en traspasar las fronteras de Occidente llegó de la mano de Estados Unidos, que decidió sacar de Liberia al doctor Kent Bradley, que trabajaba en el país africano para tratar a otros pacientes con la enfermedad.
El primer infectado por el virus que subió a un avión español fue el misionero Miguel Pajares, que sirvió como modelo a otros Gobiernos. El paciente no logró superar la enfermedad a pesar de los cuidados que recibió en el hospital Carlos III de Madrid y fallecía apenas una semana después de haber llegado a la capital.
Después de Miguel Pajares, llegó a España desde Sierra Leona otro misionero, de edad avanzada, Manuel García Viejo. Al igual que Pajares, recibió cuidados en el Carlos III pero a los cuatro días la enfermedad pudo con su cuerpo.
Las alarmas realmente saltaron en España cuando se declaró que la auxiliar de enfermería Teresa Romero, que había cuidado a García Viejo durante su estancia en Madrid, se había contagiado del mortal virus.
El miedo y la histeria se desataron entre la población por el miedo al contagio masivo pero la crisis quedó resuelta algo más de un mes después cuando la enferma superó la enfermedad y la «cuarentena».
Un año después, parece que el virus se ha conseguido contener y reducir gracias a los esfuerzos de voluntarios, médicos y personas que han viajado a África para ayudar, además de la construcción de centros especializados y material sanitario necesario para tratar a los enfermos.