«En 2009 nuestra economía colapsó y adoptamos una cesta de divisas, pero ningún país puede funcionar de forma adecuada sin su propia moneda», ha sostenido, según ha informado la cadena de televisión local ZBC.
«No podemos seguir avanzando sin nuestra propia moneda», ha dicho, antes de recalcar que «un país no puede desarrollarse usando la moneda de otro», tal y como ha recogido el diario local »The Herald».
En este sentido, ha manifestado que «una moneda es impresa por sus propietarios y la única vía para lograrla es através de exportaciones, envíos de la diáspora o inversiones extranjeras». «Como país debemos tener nuestra propia moneda y ya estamos en ese camino», ha zanjado.
Los bancos de Zimbabue comenzaron a operar en febrero con sus clientes usando la nueva moneda conocida como «Dólares RGTS» –una combinación de billetes y dinero electrónico– como previa a su incorporación al sistema interbancario.
Esta moneda pretende emerger como sustituto del actual bono zimbabuense, no exactamente una moneda propiamente dicha sino un instrumento vinculado al dólar.
La medida tiene lugar para contener los efectos negativos del uso constante de dólares en la economía zimbabuense, según explicó el gobernador del Banco de la Reserva de Zimbabue, John Mangudya.
Expertos de Naciones Unidas alertaron a principios de abril de que las políticas del Gobierno de Mnangagwa están contribuyendo a empeorar la crisis económica en el país, lo cual está afectando especialmente a los más desfavorecidos.
«Estamos gravemente preocupados porque, a medida que la situación en Zimbabue se deteriora, el Gobierno está empujando a más personas hacia la pobreza», indicaron los expertos de la ONU en un comunicado.
«No estamos al tanto de ninguna medida del Gobierno que ofrezca mínimas redes de seguridad para aquellos que ya viven al límite económicamente y que serán los que más sufran por estas políticas regresivas», remacharon.
El Gobierno de Zimbabue ha expresado su intención de reducir el déficit fiscal a la mitad en 2019, en respuesta a la crisis generada por décadas de una mala gestión económica. Sin embargo, los expertos consideraron que hay serias preocupaciones en cuanto a cómo se repartirá la carga de la austeridad.