A pesar de la reciente publicación por parte del Gobierno chino de un informe titulado «Progreso en los Derechos Humanos en China en 2013» son muchos, a día de hoy, los derechos fundamentales que se violan en el país asiático. Todavía existen los llamados ‘campos de reeducación’ que esconden campos de trabajo forzado, la discriminación por pertenecer a una minoría étnica o la prohibición de determinados cultos religiosos.
Libertad de expresión
Liu Xiaobo recibió el Nobel de la Paz en 2010. Desde 2009 cumple condena por «incitar a la subversión del poder del Estado«. La traducción de este delito es ser el autor principal de la ‘Carta 08‘, un manifiesto que pedía el reconocimiento de los derechos humanos fundamentales en China. Este intelectual es solo uno de los afectados por la represión de la libertad de expresión en el país. Uno de los casos más emblemáticos que ejemplifica como este derecho, recogido en el artículo 35 de la Constitución china, no se cumple.
La censura del gobierno también ha llegado a la red con el control de blogs y páginas web. Palabras como ‘democracia’ o ‘derecho humanos’ están prohibidas. Todo aquel que suba contenido a la red que el gobierno considere ‘información sensible’ puede ser encarcelado acusado de ‘subvertir la seguridad del estado’ o ‘filtrar secretos de Estado al exterior’.
Numerosos ciberactivistas han sido detenidos por intentar transmitir la situación que se vive en China por la falta de derechos fundamentales. Muchos de ellos han pasado meses desaparecidos o en arresto domiciliario.
Tortura
En la nueva ‘Ley de Procedimiento Criminal’ se prohíbe de forma general obtener evidencia bajo tortura. A pesar de ello la tortura sigue siendo una practica habitual. La denuncia de estos hechos también puede derivar en la detención. Además, se ha autorizado legalmente que la policía mantenga a personas sospechosas detenidas hasta seis meses, sin comunicarlo a sus familiares. Este hecho supone la legalización de la desaparición forzada. Amnistía Internacional sigue recibiendo informes de muertes bajo custodia, algunas de ellas causadas por la tortura, en diferentes instituciones del Estado, incluidas las cárceles y centros de detención de la policía.
Varias personas que han estado detenidas en campos de reeducación por el trabajo han contado a Amnistía Internacional que las golpeaban brutalmente, a veces con porras eléctricas, las privaban de alimentos, las sometían a simulacros de ahogamiento, las inyectaban sustancias desconocidas entre otras técnicas de tortura.
Pena de muerte
El número de ejecuciones en China es mayor que el del resto los países del mundo en su conjunto. Se ha estimado que se ejecutan entre 3.000 y 5.000 personas al año. Además, la pena de muerte se aplica tras juicios injustos y por delitos, en muchos casos, no violentos. A pesar de que se estableció un tribunal de apelación y se suprimió la pena de muerte para 13 delitos, como el robo de tumbas o el fraude en facturas, el numero de condenas no se ha visto reducido.
Reeducación a través del trabajo
Las detenciones administrativas son establecidas por la policía sin necesidad de un juicio y por un periodo de hasta cuatro años. Como publica Amnistía Internacional, «la indefinición del lenguaje utilizado para delimitar los tipos de conducta que pueden ser castigadas con detenciones administrativas permite a la policía usar esta figura para hacer desistir a activistas de su lucha en defensa de los derechos humanos».Los campos de trabajos forzados, o de ‘reeducación’, siguen siendo una realidad en China. Cientos de miles de personas han sido internadas en ellos sin haber sido sometidos a un juicio previo.
Otra de las prácticas habituales de la justicia china son los arrestos domiciliarios ilegales, en los cuales se prohíben a las personas salir de su casa e incluso llegan a incomunicarla, cortando cualquier tipo de comunicación.
La presión internacional está obligando al Gobierno chino a buscar otras fórmulas para encubrir sus campos de trabajo forzado. Las denominadas ‘cárceles negras’ son centros de detención extraoficiales, situados en hoteles o edificios abandonados. También muchos centros de rehabilitación de drogodependientes se utilizan realmente como centros de reeducación. Además también se han creado centros para dar ‘clases de educación jurídica’, o ‘centros de lavado de cerebro’, donde se coaccionan a practicantes de religiones minoritarias para que abjuren de sus creencias.
Medidas represivas contra las minorías étnicas
La represión que ejercen las autoridades en toda China es mayor en regiones como Uigur, el Tíbet o Mongolia.
Enla Región Autónoma Uigur de Sin-kiang, donde la identidad étnica del pueblo Uigur, mayor grupo racial no chino del país, se limita el uso de su lengua, se restringe la libertad religiosa y son discriminados en los empleos públicos.
En el Tíbet la libertad religiosa y cultural también está restringida y el acoso sobre los activistas tibetanos continúa. Además, las autoridades obligan a los tibetanos a la ‘educación patriótica’ en la cual deben denunciar al Dalai Lama y expresar su apoyo al partido comunista Chino. Mongolia del Sur, la tercera gran región autónoma China, tampoco se libra de la persecución por parte de las autoridades.
Las confesiones musulmanas, budistas y cristianas están prohibidas. Las autoridades intentan controlar todas las prácticas religiosas e incluso el nombramiento de los lideres religiosos. Las personas que practican religiones no autorizadas en casas-iglesias clandestinas corren el peligro de ser encarceladas e incluso ejecutadas.