A un día de las elecciones generales en el Reino Unido, el último sondeo de YouGov sobre intención de voto pinta dos grupos bien diferenciados. Arriba de la tabla están los dos grandes partidos: el Conservador y el Laborista, empatados con el 34% de los votos. A bastante distancia de ellos, el voto se reparte entre el UKIP (12%), los liberal-demócratas (9%), los Verdes (5%) y otros. Aquí hay que incluir al Partido Nacionalista Escocés (SNP) que podría ser el sexto más votado y, sin embargo, el tercero con más escaños.
Es interesante ver cómo han jugado unos y otros la baza de su identidad política durante la campaña electoral. Los del primer grupo, conservadores y laboristas, han optado por diluir su marca: ni demasiado azules ni demasiado rojos. Esto les habría servido para competir por esa mayoría que consiste “en dejarse perdonar por un mayor número de personas”, en palabras de Daniel Innerarity. Pero también lo habrían aprovechado para disimular los puntos débiles de sus partidos.
Y así, el partido de David Cameron –sobre el que pesa el descontento por los recortes sociales de los últimos años– se ha esforzado por presentarse en estas elecciones como el garante del bienestar de la clase trabajadora. Lo que se concreta en menos impuestos y una agenda social más generosa.
Mientras tanto, los laboristas de Ed Miliband han optado por convertir la responsabilidad fiscal en un signo distintivo de su partido. En parte, para contrarrestar la creencia de que el déficit público que heredó Cameron en 2010 fue culpa de los últimos 13 años de dominio laborista.
A los liberal-demócratas de Nick Clegg también les salpicaba el descontento por los recortes, pues desde 2010 gobiernan en coalición con los tories. Quizá por eso también han recurrido a la indefinición, presentando a su partido como el socio ideal para futuras alianzas: “Aportaremos corazón a un gobierno tory o cerebro a un gobierno laborista”, dijo Clegg.
En cambio, los partidos emergentes han seguido otra estrategia. Tanto el UKIP como los Verdes y los nacionalistas escoceses son partidos con identidades ideológicas fuertes. Y aunque están lejos de obtener el porcentaje de votos que sí tendrían laboristas y conservadores, van a progresar mucho en estas elecciones. A ellos sí les ha funcionado la reafirmación ideológica, mientras que a los grandes les va mejor la indefinición.