La situación del avispero Sirio ahora, la inestabilidad en Egipto hace unas semanas, han centrado la atención informativa internacional en Oriente Próximo. Apenas hay espacio, en los medios occidentales para recordar otros conflictos.
Es el caso de la República Centroafricana. Un país, “al borde de la somalización”, según el presidente francés, François Hollande. La población vive ‘atrapada’ tras un golpe de Estado de la guerrilla islamista Seleka, el 23 de marzo pasado.
Ahora, se ha instaurado un ‘gobierno de transición’ que debería permanecer en el poder 18 meses. De momento, ha frenado pero no acabado, con los robos, asesinatos y violaciones, que forman parte del día a día de los civiles.
Se estima que unos 60.000 niños podrían morir y ya habría 1,5 millones de refugiados. Excepto los misioneros, la Cruz Roja, Cáritas Internacional y Médicos Sin Fronteras, la mayoría de las ONG»s abandonaron hace meses el territorio. Las fuerzas multinacionales de África Central (Fomac) también intentan ayudar en la pacificación, pero unánimemente se consideran sus activos (entre 1.500-3.000 soldados) insuficientes.
La desesperación es tal, que a finales de agosto, las autoridades se vieron obligadas a cerrar el aeropuerto de la capital, Bangui porque un inmenso grupo de manifestantes ocuparon las pistas. Su objetivo era llamar la atención de los medios, y sobre todo la de Francia, para pedir su intervención. Ayer mismo, otra manifestación, de entre 2.000 y 3.000 persona s , según la agencia France Press, salieron a la calle de Bangui, para pedir, de nuevo la paz.
Francia, antigua colonia, que hasta ahora ha rechazado implicarse en exceso, aspira ahora a convocar una conferencia extraordinaria de la ONU que pueda propiciar la intervención de los cascos azules.Pero todo, queda en el aire. Habrá quizás que esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos en Siria antes que mejoren las cosas en la República Centroafricana. Y sin embargo, al margen del drama humano, la importancia geoestratégica de éste país de una extensión similar a Francia y Bélgica juntas, no es nada despreciable. Podría convertirse en una de las claves de la lucha contra el terrorismo islamista en África. Únicamente al mirar el mapa y ver cuáles son algunos de sus vecinos: Chad, Sudán, Sudán del Sur, uno se da cuenta que éste, también, podría ser otro avispero.