Francois Moller, el hombre que analizó todos los dispositivos electrónicos que se encontraron en casa de Pistorius, ha sido llamado hoy a declarar, en la tercera semana de un juicio que va a durar mucho más de lo que se había previsto inicialmente.
Ha confirmado que recibió 2 iPhones, 2 Blackberries, 2 iPads y un MacBook, y ha declarado que consiguió extraer gran cantidad de mensajes que la pareja se envió durante las semanas previas a la muerte de Reeva.
En una parte de estos mensajes, enviados por Whatsapp, Pistorius y Steenkamp discuten por una disputa que tuvieron cuando el primero pensó que su novia estaba flirteando con otro. Ella le dice: «No estaba ligando con nadie, me duele que piense eso, que montaras una escena y que por eso tuviéramos que irnos pronto».
Steenkamp le envió a su novio un largo mensaje en el que hablaba sobre ellos y su relación: «Yo sólo quiero amar y ser amada. Hago todo lo que puedo por hacerte feliz y no fastidiarla».
En otro mensaje, se puede leer: «Me asustas a veces, cómo me hablas, cómo te comportas conmigo». A pesar de ello, el analista ha declarado que «el 90% de las conversaciones mantenidas por la pareja eran normales y cariñosos».
También hemos asistido hoy al testimonio de Annette Stipp, la esposa de Johan Stipp, el médico que acudió a casa de Pistorius tras los disparos y que asistió a Reeva antes de morir.
Annette Stipp ha declarado que escuchó «tres disparos» y luego «gritos terribles de mujer». La defensa ha vuelto a recalcar que los gritos que escucharon eran de Pistorius, pero la testigo ha mantenido su postura, y ha afirmado: «estoy absolutamente segura de que eran gritos de mujer».
Una cosa fuera de lo normal ha sucedido en la sesión de hoy: Kenny Oldwadge, el abogado defensor de Pistorius (hoy no ha sido Barry Roux el encargado de interrogar al testigo) le ha pedido a Annette Stipp que le enseñase su reloj de pulsera, a lo que ella ha accedido.
La causa de ello es que estaba siendo interrogada sobre el día en que la Policía estuvo en su casa haciendo fotos que pudieran ser de ayuda en la investigación. Stipp había declarado que ella no estaba en la habitación cuando se hicieron desde allí las fotos.
Sin embargo, Oldwadge, haciendo zoom sobre una de esas fotos, ha mostrado una mano que sostenía la cortina abierta. Stipp ha tenido que admitir: «Es mi mano», y luego ha admitido haber estado allí, pero «no lo recordaba».
Parece ser que la intención de la defensa era desacreditar el testimonio de este testigo, cuya capacidad de recordar lo que ocurrió aquella noche ya había cuestionado Oldwadge en otro momento del juicio.