El pueblo egipcio, que derrocó al presidente Hosni Mubarak tras 30 años en el poder, da ahora su apoyo a los islamistas para que impongan la doctrina islámica como fuente de inspiración de la vida pública en las primeras elecciones democráticas en la historia del país.
El inesperado éxito de los salafistas, que han obtenido un 24,4% de los votos en la primera fase de las elecciones tras el 36,6% de los Hermanos Musulmanes, preocupa a los más moderados y a occidente, según publica el diario ‘The International Herald Tribune’.
Todos los partidos mayoritarios egipcios, islamistas o liberales, coinciden en imponer una cláusula en la constitución que estipule que el Islam es el origen de la ley.
La coalición salafista, que ha quedado segunda en las elecciones egipcias, pide además medidas estrictas contra los préstamos con intereses, el consumo de alcohol y la fornicación y aboga por el restablecimiento de castigos tradicionales islamistas como la lapidación en caso de adulterio.
Los Hermanos Musulmanes, que previsiblemente gobernarán el país al quedar primeros, han evitado hasta el momento el debate sobre la ley islámica, pero el triunfo salafista, presiona al partido a abordar el asunto.
Los salafistas, dirigidos por líderes religiosos con largas barbas a imitación del profeta Mahoma, están en contra la integración de hombres y mujeres. No permiten el contacto físico entre ellos y mucho menos la participación de las mujeres en la política.
Aunque sus partidos requieren la inclusión de mujeres candidatas, normalmente publican dibujos de flores en lugar de los rostros de las candidatas en los pósteres de la campaña electoral.
Aunque la ideología salafista es considerada extrema y anacrónica por parte de muchos egipcios, incluso los votantes que no están de acuerdo con su doctrina puritana alaban a los salafistas por ser “íntegros y auténticos”.
Egipto se precipita así a un debate de islamistas contra islamistas en el que se deberá decidir el nivel de protagonismo que se le da a la religión en la sociedad.
El partido Justicia y Libertad de la hermandad musulmana ya ha señalado, por ejemplo, que fomentará la “autocensura”, pidiendo a artistas y escritores la firma voluntaria de un “código ético”. Por otra parte, el gobierno apoyará la cultura que ensalce los valores familiares y religiosos.
Para fomentar el bienestar social, el partido quiere imponer un tributo islámico caritativo del 2,5% de los ingresos para todos los musulmanes, que el gobierno destinará a organizaciones islámicas.
Además, el partido ha señalado que incitará a las mujeres a aceptar roles tradicionales, promoverá los valores de la familia y financiará centros comunitarios de intermediación y asesoramiento matrimonial.