La difusión de un video que muestra a soldados norteamericanos orinando sobre afganos muertos coincide con los preparativos desplegados por EE.UU. para negociar la paz con los talibán. Quizá sea pura coincidencia, pero lo primero que puede pensar sobre este último episodio cualquiera que siga de cerca la situación en Afganistán es que hay fuerzas oscuras interesadas en que las negociaciones de paz que están a punto de comenzar no lleguen a buen puerto. Pero mientras esto no es más que una especulación, lo verdaderamente cierto es que, después de diez años de guerra, Estados Unidos está más decidido que nunca, y quizá más necesitado, a sentarse a hablar de paz con representantes del depuesto régimen contra el que lanzó toda su maquinaria bélica después de los atentados del 11-S.
El operativo está prácticamente listo. El Departamento de Estado norteamericano cuenta con un equipo de negociadores, encabezado por un experimentado diplomático, que ha conseguido mantenerse casi en el anonimato algo que, a la vista de experiencias anteriores en la resolución de conflictos, ha demostrado que suele ser garantía de éxito.
En cuanto al enemigo, los talibán anunciaron los primeros días del año que han llegado a un acuerdo para abrir una oficina de representación política en Qatar, que debería servir de base para poder negociar en terreno neutral, y confían en la próxima liberación de cinco personajes de cierta relevancia que permanecen detenidos en Guantánamo. Por parte de Estados Unidos, el intercambio de condiciones previas incluye el compromiso de los islamistas afganos de desvincularse totalmente de Al Qaeda y del terrorismo internacional. Y esa posibilidad se aprecia mucho más posible después de la muerte de Bin Laden en mayo del año pasado.
El próximo paso es una ronda de consultas con Turquía y Arabia Saudí, prevista para la semana próxima, y el visto bueno por parte del presidente afgano, Hamid Karzai. El objetivo final es allanar el camino para que Afganistán no vuelva a ser lo que fue entre 1996 y 2001, foco de tensión y refugio de los peores terroristas, y que los soldados norteamericanos y de la OTAN puedan abandonar el país, según lo previsto, a finales de 2014.
Obstáculos a la vista
Ante la discreción requerida, casi podría decirse que noticias llamativas como la del mencionado vídeo ayudan a desviar la atención desde lo sustancial hacia cuestiones menores. Pero calificar así lo ocurrido sería un error conociendo el mundo musulmán. El sentimiento de humillación crece entre ellos a la misma velocidad que esas imágenes se expanden por la Red y el recuerdo de lo ocurrido en la cárcel de Abu Graib, en Iraq, invita a muchos a pensar en la imposibilidad de una reconciliación definitiva con Estados Unidos.
Aunque no las desbaraten totalmente, incidentes de este tipo suelen retrasar bastante las negociaciones. Algo similar ocurrió, por ejemplo, en septiembre del año pasado con el asesinato en Kabul del ex presidente afgano Burhanuddin Rabbani que era el máximo responsable del Consejo Superior para la Paz encargado de negociar la paz con los talibán. Su muerte fue un auténtico mazazo que retrasó la apertura de la oficina de Qatar y evocó la existencia de elementos radicales que rechazan cualquier posibilidad de paz en Afganistán.
El propio presidente Karzai podría llegar a ser un obstáculo. Aunque los talibán le consideran una marioneta de la comunidad internacional, sus intereses no siempre han estado del lado de quienes le auparon al poder. Se le relaciona directamente con un elevado nivel de corrupción en las altas esferas del poder y las fricciones han sido constantes.
Está, por último, el vecino Pakistán. Allí se ocultó Osama Bin Laden durante mucho tiempo sin que los servicios secretos de ese país dieran la voz de alarma. Además, sus relaciones con Washington no pasan por su mejor momento después de la muerte el año pasado de 24 soldados pakistaníes en un ataque de la OTAN y las autoridades de ese país ya han manifestado que quieren tener voz en una posible negociación sobre el futuro de Afganistán para, entre otras cosas, frenar un posible acercamiento con su archirrival India.
Las dificultades pueden proceder incluso del propio Estados Unidos. A pesar de la prisa del Departamento de Estado, cualquier posible resultado tendrá que ser revisado con el matiz que necesariamente crean las elecciones primarias. En definitiva, el proceso que comienza es muy esperanzador para el futuro de esa atormentada región, pero el camino es largo y lleno de obstáculos. Algunos, como el vídeo, saldrán a la luz con fuerza mientras otros, no menos importantes, es posible que no lleguen a conocerse nunca.