La reciente ejecución fallida de un reo estadounidense en la prisión de Oklahoma ha puesto en tela de juicio la inyección letal y ha levantado, una vez más, la polémica en torno a la pena de muerte. Aunque la gobernadora del estado de Oklahoma, Mary Fallin, ha ordenado la apertura de una investigación para averiguar qué es lo que ocurrió para que Clayton Lockett tuviera una muerte lenta y dolorosa y haya paralizado una segunda ejecución durante al menos dos semanas, los expertos sostienen que es improbable que este incidente provoque un cambio significativo en la legislación sobre la pena capital en Estados Unidos.
Según ellos, aunque los tribunales podrían ordenar algún cambio en la manera en la que las inyecciones se administran, el procedimiento en sí es probable que se mantenga vigente. El Tribunal Supremo ya confirmó, según recoge el diario norteamericano ‘The Washington Post’, en 2008 la constitucionalidad de la inyección letal, aunque la decisión se tomó entre un jurado totalmente polarizado.
El profesor de Derecho de la Universidad de Notre Dame Richard Garnett, que trabajó en el departamento de Justicia de Estados Unidos cuando estaba dirigido por William H. Rehnquist, se muestra “escéptico” ante la posibilidad de que se derogue este sistema como método de ejecución. “No creo que (los tribunales) vayan a intervenir de una manera tan agresiva, lo han estado haciendo pero de forma sutil”.
Por su parte, el director ejecutivo del centro de información sobre pena de muerte de Washington, Richard Dieter, ha asegurado que los recientes acontecimientos en la prisión de Oklahoma han sido “repugnantes” pero que “es un problema que tiene solución”. Sin embargo, Dieter sostiene que es más probable que los detractores de la pena capital se centren en otro tipo de argumentos, como las condenas erróneas o el racismo en los corredores de la muerte.
Una de las razones en las que se basan los argumentos de estos expertos es la falta de respuesta que existe en otros estados, como en Texas, donde la próxima ejecución está programada para el 13 de mayo, y donde ningún alto cargo ha dado muestra de intentar paralizarla o retrasarla.
El profesor de la Universidad de Amherst, Austin Sarat, autor de un libro sobre la historia de las ejecuciones fallidas en Estados Unidos, sostiene que los incidentes de Oklahoma son una duda más para añadir a la reflexión acerca de cómo se ejecuta la pena capital. “Hay muchas dudas aún en torno a la pena de muerte. Esto sólo se añade a la pregunta que nos hacemos sobre si realmente necesitamos hacer esto”.
En este contexto, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, indicaba este miércoles que Estados Unidos cuenta con “una norma fundamental” y es que “incluso cuando se justifica la pena de muerte, debe ser llevada a cabo sin crueldad”. “Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que no ha sido este caso”.