«Los habitantes de los pueblos duermen con los ojos abiertos por miedo» explica Muhammed Saadatu, periodista de Voice of America en la región de Borno. Violencia y terror, cuenta. Son las dos únicas palabras que quedan para describir el día a día de miles de nigerianos. Una violencia y un terror con un nombre: Boko Haram, responsable de un drama que asola y destroza las vidas de cientos de personas cada año.
«No hay suficiente defensa en las aldeas, no hay nadie para protejerles. Boko Haram llega de noche y ataca los pueblos, se llevan la comida, incluso se llevan a veces a las mujeres», narra el periodista.
La organización terrorista ha sembrado el miedo entre todos los habitantes del norte de Nigeria, pero no afecta a todos por igual. «La situación en las ciudades es tranquila, allí la gente no tiene tanto miedo, porque tienen seguridad, tienen al ejército para que les proteja», cuenta Saadatu por teléfono, «pero en los pueblos la situación es muy diferente».
Una situación dramática frente a la que el gobierno nigeriano no está haciendo nada, asegura. «No hay seguridad y esas personas, los terroristas, están más armadas de lo que podrían estar los soldados». El presidente de Nigeria ha asegurado que va a iniciar una guerra total contra la organización, pero hasta ahora, los ciudadanos del país se sienten desamparados.
Si hay un ataque, explica, el ejército puede acudir, pero no hay una protección permanente en las zonas rurales. Pero aún así, las fuerzas de seguridad están muy incapacitadas para luchar contra los terroristas «no tienen armamento adecuado», explica.
Un drama que está empujando a la población rural al exilio. «Se están marchando. Quieren tener sus granjas, estar en sus hogares, pero no pueden, y se marchan a las ciudades, donde la situación es más tranquila».
La falta de seguridad es importante, y la falta de medios agrava aún más la situación, «la línea de comunicación es muy mala, y en muchas de estas aldeas no hay conectividad telefónica, por lo que si ocurre un ataque no pueden llamar a nadie, no pueden avisar. Lo único que pueden hacer es huir y esconderse en la selva», cuenta Saadatu.
«Ocurre un ataque casi cada semana», narra, «cuando pregunto a la gente qué es lo que hace para defenderse, me dicen que lo único que pueden hacer es huir… o rezar. Están intentando sobrevivir, pero el gobierno no hace nada», explica, «duermen con los ojos abiertos».