La guerra es el drama que sigue asolando el mundo. No obstante, la ética también existe en la batalla. No es lo mismo, según la ética militar, eliminar al soldado enemigo que al civil. Cuatro expertos hablan para Teinteresa sobre la ética de la guerra en el conflicto de Gaza, que ya ha dejado más de 800 muertos, en su mayoría civiles, incluyendo mujeres y niños.
El papel de la ética en la guerra, aunque parezca que todo vale, es básico y necesario. La ética existe para cuestionar la guerra sucia, el asesinato de menores, las causas raciales, la utilización de todo tipo de armas, los bombardeos indiscriminados... Cuestiona, condena y sirve de justificación para actuar.
Como pasa en todas las guerras, cada bando defiende su propia moral y critica la del enemigo. Esa supuesta superioridad moral tiene valor instrumental y sirve para criminalizar la conducta del otro y mostrarlo como violador sistemático de los principios de la convivencia.
Eso sí, reconocer el dato de que en la guerra se violan de manera más frecuente las normas morales no significa que sea lícito hacerlo, ni que sea imposible actuar de otra forma.
No hay que olvidar que la población civil, es decir, los que más sufren, solo quieren y piden el cese de la violencia, al contrario que los gobiernos o fuerzas armadas que toman las decisiones. «No hay que culpar a un pueblo de los errores de sus dirigentes», afirma Mohammed Escudero, presidente de la Junta Islámica de España. «Los musulmanes y los judíos, podemos y debemos vivir en paz«.
Desde la Junta Islámica de España, se condena el «agravio humanitario» en el que está sumida la Franja de Gaza. Escudero advierte que Israel intenta conseguir sus objetivos «a toda costa», sin importarle el daño a la población civil.
La desigualdad entre las víctimas civiles de un bando y otro pesa como una losa sobre Israel ante la opinión pública. El principio de proporcionalidad protagoniza los argumentos de aquellos que condenan las acciones del Ejército israelí.
Israel y Hamás se acusan mutuamente bajo su propia moral, forjada a la medida que más les convenga a cada uno. Hamás condena el bombardeo de escuelas y hospitales, mientras que Israel acusa el uso de la población civil como escudos humanos.
Para Alejandro Llano, filósofo y profesor, el problema ético que suscita la tragedia que está viviendo Oriente Medio afecta a Israel, por la desproporción que existe un frente y otro. «Sobre el que recae la culpa es el más fuerte y los débiles se defienden como pueden. Si el gobierno israelí cesara sus ataques, el conflicto se resolvería por completo», sentencia.
Aunque la moral pueda degenerar, nunca estará justificada la desvaloración de la práctica y el discurso moral.
La moralidad en el Ejército
La ética influye -y mucho- en las normas de actuación de los ejércitos occidentales. Eso es en gran medida lo que supuestamente diferencia a Israel de Hamás. Uno es profesional, el otro no representa todos los palestinos.
Según Antonio Manzano, Teninente Coronel de Infantería en reserva y subdirector de la revista ONE Magazine, de Seguridad Nacional, ser un Estado de Derecho decide, con todas las garantías, que el uso de las armas sobre el contrario sea legítimo. «La cuestión es que los de Hamás no son militares y tampoco se comportan como tales. Sin embargo, llevan a cabo acciones de combate e Israel les trata como combatientes», ha afirmado.
En guerra, explica Manzano, las vidas de los seres humanos son las que están en juego, pero lo primero siempre es defenderse.
La ética militar desaprueba el uso de civiles en cualquier situación. «El profesional debe adoptar una postura del rechazo al uso de civiles como escudo; es una indignidad, mayor si se trata de niños».
Manzano remarca que el militar siempre ha de respetar los acuerdos internacionales y las vidas de los civiles y que no hacerlo no tiene excusa: «En todas las guerras ocurre, lamentablemente, que por información insuficiente o errónea sobre los objetivos, o por error en los disparos o por mala fe de alguien, reciben daños quienes son ajenos a los combates, ya sean personas, edificios u otra clase de instalaciones. Pero el que estos hechos ocurran no sirve para excusarlos«.
Para los cuerpos militares hay reglas específicas, siguen los acuerdos internacionales sobre el uso de aciones militares: «Los ejércitos, cuando actúan en los combates, lo hacen respetando los acuerdos internacionales de uso de la fuerza y las antiguas leyes y usos de la guerra, como en la actualidad (que se denominan Reglas de Enfrentamiento, ROE por sus siglas en inglés)». Y no tiene duda de cuáles son los que merecen el mayor respeto: «En cualquier caso, los militares están obligados a respetar a los civiles, a cuidar de los heridos enemigos como si fueran propios, a tratar dignamente a los prisioneros, etc».
Además el teniente coronel señala que, si uno ha causado daño a la población civil «ha de resarcirla».
La moral, ¿algo anecdótico?
El filósofo Angelo Papacchini asegura que las cuestiones morales respecto a la guerra se han convertido en algo anecdótico porque, en ocasiones, se dan por hecho.
Los medios bombardean tal cantidad de imágenes del drama de la guerra, en gran parte debido a la propaganda difundida por los dos bandos, que ha resultado en un decrecimiento de la indigación. Actos particularmente atroces como el bombardeo de un hospital se pueden llegar a aceptar como una práctica común, a lo sumo se cuestionan como un error estratégico, más que como una violación de elementales principios de moralidad.
Pero el sufrimiento existe. Las víctimas existen. Y la ética también aboga por recordarlas y tenerlas en cuenta. «Cuando algo es real no es propaganda», afirma Escudero.