«La Fiesta del Cordero se convirtió en una pesadilla, se produjeron ataques entre ambas partes y una reacción virulenta de la gente», así explica Antonio Zubillaga, coordinador de operaciones de la UNWRA (Agencia de Refugiados de la Onu) para la Franja de Gaza. Las últimas 24 horas han sido las que se recuerdan como más sangrientas desde que comenzara la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza, dentro de la Operación Marco Protector. Ya se han contabilizado más de 1.100 muertos en el bando palestino, 53 soldados israelíes y tres víctimas civiles israelíes en los últimos datos, que se antojan escalofriantes.
«Lamentablemente los episodios de ayer fueron los más sangrientos» explica Zubillaga en unam entrevista para Teinteresa.es. El responsable de operaciones de la ONU narra cómo fueron los momentos previos a la tempestad que se vivió, de nuevo, sobre el área de la Franja de Gaza. «La gente estaba disfrutando en la calle, estaba en calma, había muchas personas en los comercios, en los mercados«, explica, y añade que «la fiesta de ayer es muy importante para los musulmanes, es una celebración comunitaria, de familia». Pero estas escasas horas de tregua se convirtieron en momentos de «frustración y angustia», de «rabia».
Según las noticias que llegan desde el área de la Franja, esta puede que haya sido la segunda noche más catastrófica desde que comenzaran los ataques mutuos entre los miembros de Hamás y las Fuerzas Armadas de Israel. «El número de muertos sigue subiendo, a medida que esto se acumula crece la falta de futuro», manifiesta Zubillaga con estas palabras de alarma.»La volatilidad del conflicto y la inseguridad es enorme», apunta y señala, según las cifras oficiales de la institución, que ya son más de 180.000 los deplazados internos.
El territorio se ha convertido en una ratonera
«¿Dónde va la gente? El territorio cada vez es más pequeño como consecuencia de la invasión terrestre», se pregunta Antonio Zubillaga, puede que ante un intento de buscar una explicación lógica a la desesperación que viven las familias en el área de Gaza. Una tierra en la que cada día hay más detrozos, pues las imágenes que nos llegan por televisión solo muestran hogares destruidos e instalaciones destrozadas.
El problema está en que muchas de las instalaciones de que disponen los civiles como refugio, estallan como consecuencia de las bombas. Hoy se ha sabido que la UNWRA ha pedido una investigación para esclarecer el ataque a una de sus escuelas, en Benoit Hanoun. La institución ha reiterado este lunes su petición de que se investigue a fondo el ataque ejecutado la semana pasada por Israel, que se saldó con 16 muertos y 200 heridos.
«En base a la información recopilada por la UNRWA sobre el incidente, había cientos de personas en las instalaciones cuando fueron bombardeadas», ha detallado el portavoz de la agencia, Chris Gunness. «Teníamos personal en la escuela cuando tuvo lugar el incidente, que causó múltiples víctimas. Además, hemos hablado con testigos en la escuela de Beit Hanun», ha agregado a través de su cuenta oficial en la red social Twitter.
Zubillaga se pregunta cómo es posible que existan tantas violaciones de los derechos humanos :«La utilización de la población civil como escudos humanos es una violación, pero la otra parte, (por Israel), también está rompiendo las reglas». «¿Si alguien de Hamás se mete en una escuela israelí, entonces, la bombardearían?», se cuestiona ante la continua agresión a las normas más fundamentales para con el ser humano.
Manfiesta que tiene que haber una proporcionalidad entre los ataques a los civiles y las reacciones, pero en un conflicto de tanta andadura y con tantas injusticias, muchas veces las partes no reflexionan.
«Hay una capacidas limitada para refugiarse, físicamente no quedan espacios», se lamenta, y añade que «es una ratonera». Esto es un hecho constatable, la Franja de Gaza es uno de los lugares del mundo con mayor densidad de población del planeta. Zubillaga está convencido de que el futuro de los gazatíes se está viendo hipotecado ante la destrucción de su propio entorno. «¿Dónde va a ir la gente si está todo destruido?», denuncia. Y sentencia que se trata de «un círculo vicioso» en el que hay que buscar una solución para la sociedad civil y, también política.