El eco de los tambores de la revolución en Hong Kong podría escucharse con fuerza en otras regiones de China. Xinjiang, Tibet y Taiwán miran con recelo lo que está sucediendo en Hong Kong y esperan la respuesta de Pekín. También los defensores de los derechos sociales esperan impaciente cómo se resuelve la crisis. De las decisiones que tome Xi Jinping para apaciguar las protestas dependerán la expansión de las protestas a otras regiones.
Xinjiang, una región autónoma
Xinjiang es la región administrativa más grande de China. Ocupa la sexta parte de su territorio pero no llega al 2% de su población. Es rica en recursos naturales y se estima que un tercio de las reservas chinas de petróleo están en esa zona. Con el triunfo de la revolución maoísta se volvió a anexionar la región para la República Popular China tras un vacío de poder producido tras la misteriosa muerte de cinco de sus líderes políticos en un accidente de avión cuando acudían a la llamada de Mao para participar en un supuesto congreso de minorías étnicas. En el plano educativo y cultural, Pekín ha impuesto en Xinjiang una política de homogeneización cultural y lingüística poco sensible con las particularidades del pueblo uigur. De triunfar las protestas en Hong Kong, los uigures contarían con impulso para reclamar un mayor nivel de autonomía y de respeto a su especificidad cultural. Dos reclamaciones que apoyarían las simpatías con las que cuentan en el exterior.
Más libertad y derechos sociales
Otros de los problemas que podría sacudir a Pekín son los derechos laborales y sociales en el país. Si Xi Jinping no muestra mano dura contra los protestantes, en otros movimientos podrían encontrar en la protestas de Hong Kong el combustible para la suya.
El movimiento de protesta hongkonés coloca al gobierno chino en una posición extremadamente difícil. «Lo que sucede allí no sólo concierne al futuro de Hong Kong, sino que también refleja el futuro de China», declaró al canal CNN el destacado activista y artista chino Ai Weiwei, agregando que se trata de «un momento frágil».
Tibet, más de medio siglo de represión
En el Tibet, sus habitantes suman más de medio siglo de represión y ocupación. Sin libertad de expresión, sin poder manifestarse, practicar su religión o conservar su cultura. En definitiva, sin poder expresar su identidad como pueblo. Este es el sentimiento que domina a cientos de tibetanos que, desde la invasión china en 1959. Si el gobierno chino da concesiones a los manifestantes hongkoneses, también ellos las reclamarán.