Cada año millones de mujeres, hombres y niños son víctimas de la trata con fines de lucro. La trata de personas es un problema global, un negocio que mueve más de 30.000 millones de euros al año, donde las personas son explotadas sexualmente, obligadas a llevar a cabo trabajos exigentes que a menudo ya son peligrosos en hogares, granjas y fábricas de todo el mundo, y se encuentran víctimas de una de las muchas otras formas de abuso como el matrimonio servil o la extracción de órganos. Sin embargo, a pesar del reconocimiento generalizado que hoy este es uno de los crímenes con mayor explotación, se carece de acción: aún queda mucho por hacer para desmantelar las redes de delincuencia organizada detrás de este flagelo, mientras que al mismo tiempo, es fundamental que la asistencia a las víctimas se intensifique.
Un tercio de las víctimas de la trata son menores, lo que supone que 7 millones de niños y niñas se enfrentan actualmente a esta lacra. Dos de cada tres menores son niñas, que junto con las mujeres, representan el 70% del total de víctimas en el mundo. Así lo revela la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y así lo plasma Ayuda en Acción en la campaña Sácalos del mercado, destinada a sensibilizar sobre esta problemática y a conseguir apoyos en la lucha contra la trata infantil y otras violaciones de los derechos de la infancia.
Día Mundial contra la Trata
Este sábado se celebra, por tercera vez en la historia, el Día Mundial contra la Trata, que tiene como objetivo “concienciar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y promocionar y proteger sus derechos”. Fue establecido por la ONU en 2013 para poder impulsar una “respuesta internacional, colectiva y global” ante esta grave situación, considerada una nueva forma de esclavitud de nuestros días y un “delito y una grave amenaza a la dignidad y la integridad física de las personas, los derechos humanos y el desarrollo”.
Problema Global
El delito de la trata es un problema global, con víctimas de hasta 152 nacionalidades localizadas en 124 países del mundo y que se mueven a través de hasta 510 corrientes intrarregionales y transnacionales que, en el 5% de los casos, atraviesan el mundo entero y que tienen por víctimas a las personas de las regiones más pobres de Asia Oriental y Meridional y del África subsahariana.
La ONG Manos Unidas, muy concienciada con la causa, en los últimos 6 años ha financiado con 1.151.852 € la realización de 16 proyectos especializados en la prevención del tráfico humano y el rescate y reinserción social y familiar de sus víctimas en países como India, Laos, Vietnam, Kenia, BenÍn, Togo, Gabón y Perú.
Las mafias aprovechan lugares pobres
El distrito de Kandhamal (Odisha), es uno de los más pobres de la India, y la mayoría de su población, con gran número de aborígenes y descastados, vive con menos de 1 € al día. Por eso, los índices de migración son muy elevados, y las persecuciones contra las minorías cristianas sufridas en 2008 aumentaron aún más la huida de la población. Las mafias han aprovechado la situación y captan a las víctimas ofreciéndoles falsos trabajos en otras ciudades. La pobreza y la ignorancia son los colaboradores necesarios en este drama. “Las personas acaban siendo explotadas laboralmente, prostituidas o incluso usadas para el tráfico de órganos. Pierden sus propiedades y sus viviendas al irse y si quieren regresar, ya no tienen nada”, explica Father Manoj, director de la organización Jana Vikas y socia de Manos Unidas. ”Y si las mujeres se quedan embarazadas, sufren, además, la estigmatización y rechazo de su entorno, lo que las obliga a abandonar sus hogares o no regresar más, y sin formación, caen en la prostitución”, asegura Manoj.
El “Programa de prevención y rehabilitación contra el tráfico de mujeres” que lleva a cabo la organización Jana Vikas perteneciente a los Servicios Sociales de la Diócesis de Cuttack y que acaba de ser renovado hasta finales de 2018 con otros 90.374 € de inversión. Su objetivo es realizar programas desensibilización y prevención contra la trata centrados en unas 3.300 mujeres jóvenes y niñas, las más afectadas por la trata o tráfico humano con objetivos de explotación sexual y laboral. En coordinación con otras instituciones y con las autoridades locales, rescatan a las víctimas de la trata y les ofrecen oportunidades de reintegración social a través de centros de acogida, donde reciben apoyo psicológico y formación laboral.
Togo y Gabón son, respectivamente, países de origen y destino de menores víctimas de tráfico. Aquí, las personas que trabajan para los traficantes van a los pueblos y engañan a jóvenes y a sus padres ofreciendo una vida mejor si se van con ellos y que podrán estudiar y ganar mucho dinero para ayudar a sus familias. Los pequeños abandonan el pueblo y las fronteras de Togo hacia Benín y Nigeria, y allí son embarcados en una patera para viajar durante cuatro días por mar hasta llegar a Libreville (Gabón). Las chicas son colocadas para trabajar en casas donde no recibirán nada o en los puestos del mercado como vendedoras ambulantes, sin derecho a la escuela ni a un sueldo y con una salud y alimentación precarias, además de sufrir golpes de sus patronas, quienes les impiden el contacto con su familia.